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Actulizado 5:16 PM UTC, May 1, 2024

Una tarde para enmarcar en Las Castañetas

Cante: Antonia Contreras. Guitarra: Juan Ramón Caro. Lugar: Peña Flamenca Rincón del Cante Las Castañetas de Campanillas (Málaga). Día: Sábado, 12 de octubre de 2019. Aforo: Lleno.

El pasado sábado 12 de octubre, asistimos a una preciosa tarde flamenca en la Peña Flamenca Rincón del Cante, de la barriada Las Castañetas, en Campanillas, Málaga. El buen cante, el muy buen gusto y el saber estar en un escenario lo pusieron a la par la malagueña Antonia Contreras y el barcelonés de nacimiento Juan Ramón Caro; el público puso lo demás: el agradecimiento a lo bien hecho, a la belleza, la generosidad, la perfección, el talento artístico y la satisfacción de lo que se hace con amor, mucho trabajo y oficio. Todo ello, con un silencio espectacular, que ya lo quisieran para sí Rafael Nadal o Roger
Federer. Chapó para las dos partes competentes. Artistas y público debieron
salir por la puerta grande por la calidad evidenciada por ambos sectores:
emisor y receptor.

No voy a hacer un relato al uso crítico actual de la actuación de la pareja, porque creo que los artistas salen al escenario a ser artistas y no a ser examinados por un tribunal compuesto por críticos de torticeros intereses que no quieren admitir que el protagonista sea el artista y todos los demás son otra cosa. El arte no es un examen de Bioquímica ni de Física Cuántica. No se trata de resultados, ni de aprobar o suspender, sino de emociones y sentimientos. Si no se entiende eso tan simple, es mejor dedicarse a otra cosa y dejar tranquilos a esos locos maravillosos que sólo se dejan llevar por el que les late dentro de su pecho.

Me da igual si Antonia cantó la seguiriya Marrurro 3 o Loco Mateo 7; la malagueña Trini 5, la soleá Frijones 2 o la cantiña Pinini 9. Esto sólo le interesa a los profesionales y a los que pretenden imponer unos cánones que
obligatoriamente pasen por una aduana flamenca espuria mediatizada e interesada. Al público que abarrotaba la peña y disfrutaba oyendo flamenco, eso le daba igual. A los compañeros que asistimos al acto, lo mismo. Nos daba igual lo que cantara siempre que se hiciera con el lujo con el que se estaba haciendo.

Lo que no me da igual es decir que el barcelonés interpretó a solo con destreza impoluta y elegancia suma Mantilla de feria; le siguió Antonia con unos tientos que sonaban a Pastora La de los Peines por todos lados, a los
que puso fin con unos tangos homenaje a Enrique Morente; de segundo plato cantó la caña, grandiosa ella con su macho rondeño y con los ayes a dos voces ayudada de la voz de Juan Ramón Caro; de nuevo vuelta a Granada con sus dos perlas granainas, la chica y la grande vallejera, llevada al límite de la afinación final, donde muchos lamentablemente no llegan y no se dan cuenta de que hay cantes que sólo salen perfectos si sabes cantar bajito; por cantiñas se paseó por Cádiz como quiso, hasta llegar a La Contrabandista, aquella que, mediado el siglo XIX, Sánchez Albarrán mandara con su marío al Peñón de Gibraltar al tiempo que paseaba su voz por La Viña y Santa María, donde pregonaban los fruteros sus malacatones de Ronda y las castañas de
Galaroza; le siguió un ramillete de soleares toreadas con la diestra y la siniestra con el poderío del maestro rondeño Antonio Ordoñez, justísima y precisa en todo sin tener un ay que quitar o poner: Jerez, Lebrija, Triana, Cádiz, Utrera, para cerrar por La Caleta a lo grande; cambiado el tercio, llenaría de olores a Canelita y clavo, aquello del señó Molina el de Jerez. De
nuevo Nuestra Señora la de Los Peines hizo acto de presencia y sus seguiriyas marrurras de la Sierra de Armenia se volvieron perotas por unos minutos; más aun cuando la Contreras le declaró su amor al Pena Padre (“Si el querer que yo te tengo de plata fuera”); no faltó una canción por bulerías de Curro Portillo, que puso un punto más de satisfacción.

La actuación se cerraba con malagueñas estilo Trini, fandango del Breva y, para la guinda, unos auténticos verdiales de Comares con violín, panderos, guitarras, bandurrias, platillos, con que los compañeros verdialeros quisieron agasajar a la pareja.

En cuanto al acompañamiento, no le quedó a la zaga el barcelonés a la aloreña. Singularísimo en todos los toques. Falsetas originales para su musa y para cada cante. Acompañamiento lúcido y lucido sin molestar a la cantaora
en ningún momento; al contrario, sumando originalidad y armonía al conjunto artístico-estético. Perfecto en el compás, limpio en la ejecución y sensible a la belleza, como nos tiene acostumbrados el maestro de la sonanta; genial Juan Ramón Caro. Es usted un lujo para la guitarra flamenca.

Se puede decir mucho más de la actuación y todo bonito. El público salió muy satisfecho. Compañeros del flamenco, festeros y asistentes en general disfrutamos de una tarde preciosa, llena de arte y gusto. Felicidades a Antonia y Juan Ramón y a la directiva de la Peña que cada vez se supera y sus espectáculos de flamenco en la peña son más celebrados.

Vuelvo al punto de partida; me importa sobre todo lo bien que estuvo la actuación de los dos. El detalle técnico no le va a restar ni un ápice a la misma, lo mismo que tampoco se lo pone. Tarde preciosa y llena de satisfacciones.

Fotos: José María Moreno
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