Media noche
Duerme la calma en el puerto
bajo su colcha de laca,
mientras la luna en el cielo
clava sus anclas doradas.
¡Corazón, rema!
Emilio Prados
En el Paseo Marítimo de El Palo, llamado Paseo de la Generación del 27, podemos saborear un plácido recorrido y, al mismo tiempo, enriquecer nuestro espíritu leyendo las poesías dedicadas a diversos autores de este grupo literario, que se muestran en diez paneles de cerámica realizados por el taller Alfajar e ilustrados por José Ángel Ruiz González.
La segundaa parada para escuchar a nuestro cicerone se realizó en el Parque Alberto Suárez Pipi, delante del Auditorio Curro Román, lugar donde se celebra desde hace algunos años el Festival Flamenco Niño de las Moras, que en julio de 2019 celebró su décimo séptima edición. En este lugar nos sorprendió la presencia del cantaor Juan Francisco Rivera y del guitarrista Manu Millán, que interpretaron un cuplé por bulerías: “… Rocío, ¡ay mi Rocío!, manojito de claveles, capullito florecío, de pensar en tu querer voy a perder el sentío, porque te quiero de veras como nadie te ha querío…”, que divulgara el gran Carlos Cano.
Las anécdotass y vivencias fluyen en la palabra de Paco Roji por cualquier calle, plaza o rincón. Lo que fue, como la Venta Almellones, donde cantaba El Niño de las Moras con la guitarra de El Rutina, y lo que es, con el sabor inconfundible del bar La Herradura, dónde se herraban los caballos; El Pimpi Florida; las Cuatro Esquinas…
Y llegamos a la calle Olivar. Aquí, posiblemente en el número 34, nació Juan Ternero Mingorance El Niño de las Moras. En su infancia trabajó tirando de la traya en las playas paleñas. Hizo sus primeros cantes en el merendero La Gran Parada, conocido como Miguel el de la Sardina. Tenía diez años cuando unos aficionados flamencos lo escucharon cantar y ya nunca acabó su noviazgo con el flamenco. Con quince años comenzó a trabajar vendiendo moras, que pregonaba cantando con un estilo propio; de ahí su nombre artístico.
Juan Franciscoo Rivera sorprende aquí cantando un cante por pregones, testimonio del que realizara de forma cotidiana el más famoso cantaor paleño. El Niño de las Moras sale de Málaga a lo grande, tras actuar en sus cafés cantantes, como el Café Chinitas. Con Antonio Chacón y La Niña de los Peines recorrió media España: Andalucía, Madrid, Barcelona… En 1918 cantó en Francia y grabó sus pregones de las moras. Nunca se alejó de sus raíces y será fácil encontrarlo cantando en los merenderos y tabernas de esta barriada marinera. En 1980, a la edad de 84 años, falleció en la calle Altillo.
Juan Francisco Rivera, al cante, y Manu Millán, a la guitarra, interpretaron el cante por jabegote «Se me mojaron las velas». En nuestras mentes resuenan ya para siempre los pregones “Asomarse a los balcones, mujeres guapas y hermosas// y veréis vender las moras, moras, mauritas las moras// y al moral me voy, del moral me vengo// al amo las compro, por las calles las vendo// moras, mauritas las moras”.
Fotos: Antonio Gavilán.