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Actulizado 4:08 PM UTC, Jul 26, 2024

El flamenco del siglo XIX, un espectáculo excelso y didáctico

‘El flamenco del siglo XIX, entre lo andaluz, lo gitano y lo clásico’. Cante:Nuria Martín, Bonela Hijo y David Carpio. Cante y guitarra:Sergio Cuesta ‘El Hombrecillo’ Guitarra:Chaparro de Málaga, Francisco Vinuesa y la colaboración especial de Rafael Riqueni. Guitarra clásica:Davinia Ballesteros.Violín: Pepe Molina. Baile:Carmen Ríos y Cristóbal García. Palmas:Fernando Santiago. Voz en off:Fran Perea. Dirección documental y artística:Ramón Soler. Lugar:Teatro Cervantes de Málaga. Día: Miércoles, 23 de diciembre de 2020. Aforo: Lleno.

El flamencólogo malagueño Ramón Soler estrenó ayer con éxito ‘El flamenco del siglo XIX, entre lo andaluz, lo gitano y lo clásico’, un espectáculo excelso y didáctico, protagonizado por un extraordinario elenco de artistas malagueños, amén del jerezano David Carpio y el genio trianero Rafael Riqueni, como artista invitado.

La voz en off del conocido cantante y actor malagueño Fran Perea, que ejerce como maestro de ceremonias en la sombra, introduce el espectáculo remontándose a los orígenes decimonónicos del flamenco, destacando la folía como antecedente de la petenera o el polo folclórico del polo flamenco y el verdial como el fandango más primitivo que aún perdura en Málaga y que Sergio Cuesta, que canta y se acompaña él mismo al toque, lleva a escena junto al violín de Pepe Molina.

David Carpio, desde la platea del primer piso, se templa por toná del Brujo, corrido de los Puertos y alboreás, en las que él mismo se marca el compás con las palmas.

Davinia Ballesteros interpreta variaciones de las folías de España de Fernando Sor, antecedente musical de la petenera de origen veracruzano. Carmen Ríos y Cristóbal García apuntan el baile de la época, entre luces y sombras.

Turno para Nuria Martín, que, con la guitarra maestra de Francisco Vinuesa, interpreta con solvencia la petenera de Medina El Viejo y la americana tradicional. Prosigue con el polo de Tobalo, la caña de El Fillo y la soleá de Paquirri El Guanter.

Chaparro de Málaga toca por guajiras con su habitual flamencura y Bonela Hijo, entre bastidores, le da cumplida réplica incorporándose a escena. Mientras, se proyectan imágenes de cuadros costumbristas de la época gracias a la colaboración del Museo Thyssen de Málaga.

El cantaor malagueño hace mutis por el foro y vuelve David Carpio, quien canta con solemnidad las livianas chica y grande y la cabal de Silverio, también con Chaparro al toque.

Las actuaciones se suceden con agilidad, por lo que el interés del respetable no decae. Ahora el protagonismo recae en el baile; Cristóbal García baila la farruca de Faíco, con Vinuesa al toque y Carpio al cante.

Retorna El Hombrecillo, en una peana, emulando y homenajeando a Juan Breva para interpretar malagueñas y el verdial del mítico cantaor veleño y, acto seguido, Davinia Ballesteros, que es una estupenda guitarrista flamenca y con formación de Conservatorio, hace lo propio con el tango-habanera de Tárrega.

Tercer bloque del espectáculo, que inicia Bonela por soleá de La Serneta, La Andonda y Aniya la Gitana, con Vinuesa a la sonanta. Continúa por alboreás, con Carmen Ríos al baile. Bella estampa la que componen.

Rentrée de Chaparro por malagueñas, le da la entrada a Bonela, que interpreta magistralmente la de El Canario y la remata por jaberas. Prosigue Chaparro por tientos, en los que se incorpora Nuria Martín, que canta los estilos de El Mellizo y Frijones de Jerez, y los remata por tangos con Fernando Santiago al compás.

Hace su aparición estelar el gran Rafael Riqueni, que interpreta la taranta Alcázar de cristal incluida en su disco homónimo del 96. El maestro trianero sustituye a Víctor Monge Serranito anunciado inicialmente. Toca con tal sensibilidad que pone los vellos de punta al más pintado.

En la despedida, con el cuadro al completo, excepto Chaparro y Riqueni, mirabrás y cantiñas de Romero El Tito, Paco El Gandul y Tío José El Granaíno para el lucimiento de Cristóbal García y Carmen Ríos, pareja artística y vital.

Tras dos horas de espectáculo que se han pasado en un suspiro y un largo y caluroso aplauso del respetable enhiesto, fin de fiesta por bulerías.

Fotos: Daniel Pérez/Teatro Cervantes

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