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Actulizado 2:57 PM UTC, Apr 23, 2024

El Amir: «Es mi homenaje personal a Andalucía»

Amir John Haddad, El Amir (Friburgo, Alemania, 1975) es un músico polifacético (guitarra flamenca, laúd árabe, buzuki griego, saz turco, banjo, guitarra eléctrica de tríple mástil de 6, 7 y 12 cuerdas y bajo flamenco, entre otros instrumentos) que durante diez años, formó parte del grupo Radio Tarifa, como intérprete de laúd, buzuki y guitarra y como parte de ellos fue nominado en 2004 como Mejor Álbum Folk en los Grammy Latinos. Empezó a tocar el laúd con siete años de la mano de su padre. Con veintidós años se mudó a Jerez para perfeccionar la técnica de la guitarra flamenca y después a Madrid para tocar en los tablaos más emblemáticos de la capital. El Amir ha girado por todo el mundo y actuado en las principales salas de Chicago, Nueva York, Londres o Los Ángeles, por citar algunas. Ha firmado varias composiciones para bandas sonoras, entre ellas para una película de James Bond (es el primer guitarrista flamenco que colabora poniendole música a sus películas) y un sinfín de grabaciones. Una trayectoria musical propicia para deleitarse con su tercer disco en solitario dedicado a Andalucía (Medalla de Plata en los Global Music Awards 2020 por su single Andalucia de su nuevo álbum homónimo en las categorías de flamenco e instrumental). Se puede definir este disco como un cruce de caminos y culturas, de ahí su personalidad y su música flamenca. Recuerdo aquel jueves 11 de septiembre de 2014 en el Guitar Fair (Palacio de Congresos de Málaga). El concierto que regaló a los asistentes, en su gran mayoría músicos, concluyó con la colaboración a dúo de Pepe Justicia, que hizo las delicias del respetable.

¿Dónde te formaste y cómo surgió tu afición a la guitarra flamenca?

Yo nací en el sur de Alemania, en una familia colombiana-palestino-alemana, y en mi casa sobre todo se escuchaba folclore sudamericano, música clásica, música árabe y flamenco todo el día. Mi padre toca el laúd árabe y en su momento también empezó a estudiar guitarra flamenca, así que estuve expuesto a esos dos instrumentos con sus respectivas músicas desde muy muy pequeño. Mi padre fue mi primer maestro, que me enseñó a tocar el laúd árabe y la guitarra flamenca.

“MI PADRE FUE MI PRIMER MAESTRO; ME ENSEÑÓ A TOCAR EL LAÚD ÁRABE Y LA GUITARRA FLAMENCA”

¿Y tu afición concreta al flamenco?

Mi afición viene de ahí, de escuchar flamenco desde pequeño, ver a mi padre practicar y tocar la guitarra. Escuchábamos las grabaciones de Ramón Montoya, Sabicas, Niño Ricardo, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Los Habichuela, Enrique de Melchor y un sinfín de guitarristas. También escuchábamos mucho cante: Manolo Caracol, Antonio Mairena, José Mercé, Camarón y muchas cintas de otros artistas, como Chocolate, Perejil de Sevilla, Manolo Franco, Quique Paredes, etc, etc, etc, que mis padres compraban en las gasolineras de antaño en nuestros viajes a Andalucía desde que yo tenía ocho años. Esos sonidos calaron muy profundos en mí y los absorbí de manera natural por estar rodeado de ellos. También pude reconocer desde pequeño cómo la música árabe-oriental se parecía mucho al flamenco, sobre todo en el cante; creo que es donde más se ve la similitud. Al entender ambas músicas, desarrollé un amor por ellas y vi que podía desenvolverme en ellas.

Amir

¿Qué referentes tienes en la música?

Tengo muchísimos, ya que me he dedicado a escuchar a todo lo que me apasiona, no sólo flamenco. Evidentemente, tengo una base flamenca fuerte por haber crecido con esa música. Luego en la radio y en la vida cotidiana en Alemania todas las influencias musicales en los medios, como el pop, rock, jazz, heavy metal, música clásica, funk, musicas del mundo, música electrónica…, es una lista muy larga. Siempre he buscado músicas y artistas que me apasionaban, con los que sentía algo, los que me transmitían una energía, con los que se me ponía el vello de punta.

Para darte un ejemplo, voy a hacer un recorrido de nombres con los cuales me refiero al estilo en concreto, pues está claro que dentro de cada estilo he escuchado un sinfįn de otros artistas magníficos y reconocidos. Paco de Lucia, Metallica, Led Zeppelin, Mothers Finest, Earth Wind & Fire, Michael Jackson, Prince, Munir Bashir, Ravi Shankar, Return to Forever, Joe Satriani, Jimi Hendrix, Steve Vai, Chick Corea, Stanley Clark, Larry Coryell, John McLaughlin, Manu Dibango, etc. Uff, la lista es muy larga.
Después de toda una adolescencia dedicada a la guitarra, primero con mi padre y luego con dos maestros de guitarra flamenca (que eran aficionados alemanes, que venían mucho a Andalucía y siempre tenían algunos detalles nuevos que mostrar de lo que habían visto en sus viajes), me he ido formando y aprendiendo el lenguaje de guitarra solista y a acompañar el baile y el cante.

En 1997 me mudé a Jerez de La Frontera y empecé a estudiar con Pepe Justicia. Eso fue una experiencia muy importante, ya que él me adentró en la profundidad de ser solista y lo que significa una guitarra. Aprendí un lenguaje armónico suyo que era especial y muy personal. Él dice que hoy en día soy el único guitarrista flamenco que tengo su legado, y eso es verdad. Siempre hay un remanente del maestro en el discípulo. También aproveché para ir a estudiar con Enrique de Melchor. Él también me enseño la humildad que significa ser artista. Él tenía una precisión muy especial tocando. Ambos siempre me han mostrado respeto, me han apoyado y me han tratado como un buen amigo; y en el caso de Pepe la relación ha sido más profunda, ya que iba tres veces por semana durante un año entero a su casa. Eso fue muy intenso y muy bonito.

A partir de los catorce años, me empecé a interesar ya más en serio por la guitarra eléctrica tambien; me compré una Stratocaster y un amplificador. No paraba de practicar simultáneamente con ambas guitarras, la flamenca y la eléctrica, aparte del laúd.
Una vez ya instalado en Madrid, a partir del año 1998, empecé a tocar con artistas como el maestro de baile flamenco Joaquín Ruiz, conocido por sus coreografías, que le puso a Javier Barón, Sara Baras, así como mis comienzos con el mítico grupo Radio Tarifa. En sus repertorios, aparecían otros instrumentos de cuerda, ya que ellos mezclaban el flamenco con la música mediterránea, africana y oriental. Empecé a tocar el buzuki griego, el banjo, el saz turco, etc. Para mí ha sido una aventura muy bonita ya que siempre he sido un músico abierto a nuevos sonidos. La música evoluciona justo por eso.

“PACO DIJO ALGO PARECIDO A «SE PODRÍA ESTAR GRABANDO TODA UNA VIDA EL MISMO DISCO HASTA DEJARLO SUBLIME»»

¿Cómo ha sido el proceso de composición del disco? ¿Cuánto tiempo te ha llevado completar el proyecto?

El proceso ha sido otra vez toda una aventura, como cualquier disco que se graba. En este disco llamado ‘Andalucía’ hay temas de los últimos tres o cuatro años. Alguno de ellos ya había tocado en directo en algunos conciertos y otros han sido más recientes, grabados para el disco. El proceso de composición puede variar mucho, ya que depende de varios factores. Por un lado, el tiempo, pues siempre he estado de gira y eso dificulta tener un tiempo tranquilo en el estudio. Por otro lado, hay que estar muy pendiente de cuándo te vienen las ideas y trabajarlas muy bien para dejar una pieza como te la imaginas. Es un suma y sigue de repetir y darle forma a pequeñas ideas. Todas ellas pueden formar un tema. Hay que darle muchas vueltas para decidir y para dejar algo que uno crea que es diferente a lo anterior, ya sea por la forma de tocar, armonías nuevas, arreglos diferentes, etc. Además, está el factor de la constancia; una vez metido en vereda no desviarse, todo eso sólo nos distrae demasiado. En mi caso, tuve que terminar las grabaciones a finales de octubre, ya que me iba de gira casi dos meses con Hans Zimmer y necesitaba que el disco se estuviera mezclando y masterizando durante ese tiempo para llegar con los plazos de fábrica y lanzamiento. O sea, siempre se está uno peleando con el tiempo y hay que tomar decisiones que finalmente se quedan para siempre en un disco. Paco dijo algo parecido a esto: «(…) Se podría estar grabando toda una vida el mismo disco hasta dejarlo sublime». La primera tanda de grabaciones la inicié y realicé hace tres años en Madrid. Grabé la granaína, soleá, minera, la nana y una de las rumbas. Luego me metí en el proyecto de ‘Canción Andaluza’, de Paco. Me había llamado José María Bandera para formar ese dúo maravilloso interpretando la obra póstuma del maestro. Así que paré mi proyecto. Ya un día me dije, tengo que seguir y terminar mi disco. Pues terminé de componer las otras obras restantes y me metí en un estudio en las montañas de Granada, La Casa Estudio, cerca de Dúrcal. Ahí estuve varios días sin salir y solo, tocando y grabando muchísimas horas al día. Fue una experiencia en un lugar muy inspirador, cosa que a mí me gusta, rodearme de una energía especial en lugares especiales. A mí eso me aporta, y si es en el campo, mejor.

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“NADIE SE INVENTA NADA; INCLUSO LOS GENIOS TUVIERON SUS MAESTROS»

¿Cómo surgió la idea de dedicárselo a Andalucía y por qué has relacionado los palos utilizados para cada provincia y no otros?

La primera vez que llegue a Andalucía fue con ocho años. Mis padres estaban enamorados de Almería y veníamos mucho a veranear. Desde entonces, tuve la oportunidad de viajar por toda Andalucía. Visitábamos todas las capitales y partes rurales de las provincias. Me acuerdo de asistir a aquellos festivales de flamenco que ya no hay hoy en día. Esas plazas de toros llenas a rebosar con flamenco hasta las 3 ó 4 de la mañana. La gente sacando los bocadillos de sus bolsas y un ambiente muy auténtico, lleno de aficionados y artistas. Veía a Jose Mercé acompañado de Moraito Chico o Tomatito, Manuela Carrasco con su marido Joaquín Amador, Periquín de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera, etc, etc, una auténtica y maravillosa época del flamenco. Todo eso lo absorbí de niño como una esponja y quería ser como ellos.

De ahí nació mi idea de hacerle un homenaje a esa tierra que conozco desde niño y reflejar mis vivencias a través de la guitarra. También es un homenaje a las últimas tres décadas de guitarra flamenca que he vivido; su sonido, el tipo de arreglos, conceptos, estéticas sonoras. Sentía la necesidad de devolverle algo a ‘mi tierra por elección’. Más que hacer un disco didáctico y componer cada tema en el palo de cada provincia y dedicárselo, quise hacer un recorrido más emotivo, más personal. También quería evitar repetir algunos palos de discos anteriores que no quería meter en éste. Se trataba de transmitir una emoción que sentía por cada provincia, y en función de esa emoción busqué el ritmo, palo o tonalidad que me permitía expresarlos con la mayor honestidad posible. En el proceso de componer, a veces me adelantaba a la idea del título con sólo una parte de un tema y entonces tenía que ver cómo encajarlo y desarrollarlo acorde con la idea del título y la provincia, etc. Para mí es mi homenaje personal a Andalucía en el que quiero transmitir lo que he vivido desde niño.

¿Qué te obsesiona cuando compones?

Me dejo llevar e inspirar por muchas cosas. Pueden ser vivencias, experiencias, lugares, vistas maravillosas, encuentros entre personas, viajes, otras músicas. También la capacidad de buscar en tu interior, qué notas te resuenan y qué es lo que sale de ti mismo. Siempre hay una parte que estamos reproduciendo, la que hemos aprendido, y es bueno ya que nos sitúa de dónde venimos. Nadie se inventa nada, incluso los genios tuvieron sus maestros, lo que pasa que ellos luego saben unir elementos nuevos que anteriormente no se habían mezclado y así crean algo nuevo. Somos una cadena de músicos que venimos de muy atrás. A mí lo que me impresiona y me parece importante es el respeto hacia la música y la responsabilidad de hacer las cosas de la mejor manera posible dentro de las capacidades que tengamos.

Me obsesiono con dejar las canciones lo más naturales posibles, creíbles; me es importante que el aficionado pueda escuchar mis temas como si los hubiera tocado en directo con un sonidazo. La emoción es más importante que la técnica. La técnica, evidentemente, mientras más control se tenga más posibilidades de expresar tenemos. Quiero que el oyente escuche la música y no la técnica. Yo soy igual en directo que en el estudio. Quiero transmitir la misma emoción. Lo que el directo tiene es más riesgo; solo tienes una oportunidad. En el estudio soy muy de tocar largas partes de mis temas para darle una naturalidad y dinámica creíble. No soy de los que pinchan cada dos por tres. Prefiero tocar algo unas cuantas de veces y dejarlo limpio, pero que tenga una dinámica que esté acorde con el tema. Si nos dedicamos a grabar muchas tomas de algo perdemos la magia. La obsesión debe estar en la transmisión perfecta de la emoción, no en demostrar lo rápido o brillante que sabemos hacer algo. Claro que uno siempre quiere impactar y gustar, aun así, me gusta pensar como músico y trato de evitar que el ego traspase las membranas del auricular… La música va de otra cosa, y el flamenco para mí es música. Una de las más maravillosas, por cierto.

“LA EMOCIÓN ES MÁS IMPORTANTE QUE LA TÉCNICA, QUE DEMOSTRAR LO RÁPIDO Y BRILLANTE QUE SABEMOS HACER ALGO»

A la hora de componer, ¿utilizas la guitarra exclusivamente o empleas otros instrumentos?

Para flamenco siempre compongo con guitarra. Ha habido casos en que estoy tocando el buzuki o el laúd y de repente me viene una melodía o un pasaje que me parece bonito y merecedor de seguir investigando y lo intento tocar con la guitarra, y a veces salen cosas muy interesantes, algo diferentes. La música oriental está basada en el concepto modal, quiere decirse que a través de modos y escalas se tocan recorridos melódicos muy definidos. También se aplica a las mismas el sistema tonal de mayor y menor. En la música occidental, se usa el sistema armónico y se mueven las armonías por debajo de las líneas melódicas y eso crea una sensación diferente. El flamenco tiene ambos elementos. Por ejemplo, tocamos melodías ‘a cuerda pelá’, lo que significa que sólo tocamos melodías sin poner un acorde. Luego la mezclamos con acordes y modificamos su recorrido armónico según nuestro conocimiento, imaginación y gusto musical. La melodía para mí es un elemento muy importante en mi música. Siempre quiero que se reconozca un motivo principal que desarrolla un camino o un elemento que se repita dentro de la canción. Eso hace que el oyente me pueda seguir y sentirse parte de la música. La cosa es que a lo mejor hay algo que suena muy sencillo, pero si te pones a sacarlo tiene su miga a nivel técnico, armónico, postura de dedos, etc; ya que toco varios instrumentos y compongo con todos ellos, y con cada instrumento me salen otras cosas. Ahí se refleja la mezcla de todos estos años, de la música que he escuchado y los artistas a los que he seguido y de los cuales incluso he llegado a tocar parte de su repertorio para aprender.

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¿Realizas otro tipo de trabajos para otros artistas?

Durante muchos años fui músico contratado para otros artistas. Aun así, siempre he mantenido el hacer mis propios conciertos bajo mi nombre y estar preste en festivales de guitarra y otro tipo de festivales y escenarios. Para mí componer mi propia música y compartirla con el público es algo que me encanta. Pues en mis inicios en Jerez estuve con el grupo de mi maestro Pepe Justicia, luego en Madrid me incorporé a la compañía de Joaquín Ruiz, luego Radio Tarifa, con los que estuve casi diez años girando por todo el mundo. He tocado en casi todos los tablaos de Madrid, he colaborado con muchos artistas flamencos en grabaciones o en directo. También con artistas del folclore ibérico, como Eliseo Parra, La Musgaña, grupos legendarios como Kroke, los maestros de la música klezmer. Con Nasser Shamma, el laudista más célebre en estos momentos del mundo árabe, un gran maestro; Shankar Mahedevan, el cantante que iba con Shakti en los últimos años acompañando a John McLaugjlin. También tuve mi propio grupo de música mediterránea, Zoobazar, con el que he viajado por todo el mundo culminando en Costa Rica como súper grupo; nunca se sabe dónde triunfa tu música. En esta última década he tocado con Juno Reactor, que es un pionero de la música electrónica Trance. Tuve el placer de colaborar con Marcus Miller en el Festival Jazz de Madrid y al poco tiempo con Stanley Clarke, que son mitos vivos del Jazz.

Hace unos dos años me llamó Hans Zimmer. Él es uno de los compositores, por no decir el compositor más exitoso de las bandas sonoras más conocidas de las películas de Hollywood. Hans buscaba un solista de guitarra flamenca que a su vez tuviera un alto nivel también con la guitarra eléctrica y otros instrumentos de cuerda. Esa propuesta me iba como anillo al dedo. Desde entonces he girado con él varias veces por toda Europa, pasando por los pabellones y recintos más espectaculares, como el Wembley Arena, Wizink Center, Pabellón Olímpico de Munich, O2 Arena London, Palais de Bercy Paris, Mercedes Benz Arena Berlín, etc. Nuestra relación se estrechó y me llamó para grabar guitarras en dos películas. Una acaba de salir en enero, se llama ‘El ritmo de la venganza’, con Jude Law y acabo de grabar en Londres (justo antes del confinamiento) en varias secuencias de la banda sonora para la nueva película de James Bond ‘No Time To Die’. Ésta iba a salir el día 8 de abril y ahora se estrenará en 2021. He grabado en dos discos de María Dolores Pradera, compartiendo las canciones junto a Estrella Morente, Jose Mercé, Miguel Poveda o Diego El Cigala. En el disco ‘Sonakai’, de Guadiana, grabé en una malagueña con el buzuki. He grabado en el último disco de Joaquín Sabina en la canción Las Churumbelas. Es un largo recorrido de artistas, músicos, proyectos mezclado con ganas de aprender y experimentar cosas nuevas.

Perteneces a una generación con grandes nombres que está reforzando la guitarra flamenca. ¿Qué intentas aportar?

En estos momentos hay mucho nivel en la guitarra flamenca. Los aficionados no paran de avanzar y eso mantiene la música viva. Eso es muy bueno. Para mí es un honor vivir este momento y a la vez saber de dónde vengo ‘guitarrísticamente hablando’. Sé exactamente cuál es mi identidad como guitarrista. Cada época tiene su encanto. Yo trato de que mi música sea honesta, que refleje lo que siento y que hable de mí, mi viaje de vida con todos sus matices. En mi música se pueden escuchar muchísimas influencias, del flamenco y de fuera del flamenco.

A mí me encanta la forma de tocar de todos mis compañeros. Son todos muy creativos y eso me da mucha alegría, ya que cada generación debe dejar huella de su creatividad y su visón personal. Antes hablaba de una responsabilidad que creo que es importante, saber qué estás haciendo y a dónde vas, no necesariamente con exactitud, pero sí con una intención de superarte y darle lo mejor que tengas en cada momento a los demás. En mi caso he mezclado mis raíces orientales y he aportado algún sonido diferente en el tipo de melodías o arreglos con buzuki o laúd. Lo de aportar es una cosa inconsciente a lo mejor; retrata más bien el ser tú mismo con el instrumento. Esto es algo que se consigue con el tiempo. He aplicado algunas técnicas de guitarra eléctrica en la mano izquierda, a veces mi pulgar suena como una pua de laúd árabe! no sé, aparecen elementos que a lo mejor sean algo diferentes. Quiero dejar huella haciendo música para que la gente pueda entender mi forma de tocar, incluso sin la necesidad de saber algo de flamenco. Esto no significa componer cosas sencillas, significa componer cosas que puedan transcender en algún momento en el tiempo. En el presente ya pasa. En algún lugar alguien está escuchando el disco ‘Andalucia’ y haciendo un viaje por esa provincia a través de la música.

“DE NADA SIRVE TOCAR UNA MELODÍA PERFECTA SIN DARLE UNA DINÁMICA EMOTIVA Y UN GUSTO EXPRESIVO”

¿Lo que se vive se traspasa a las cuerdas?

Antes hablaba del proceso de composición y mencionaba justo eso, la influencia de las vivencias. Desde muy pequeños estamos expuestos a una serie de estímulos emocionales, sociales, mentales, sensoriales etc, eso es lo que nos hacer ser la persona que somos. Luego durante nuestra vida somos capaces de deshacernos de algunas de nuestras creencias y comportamientos que no nos sirven, al menos veo eso como algo importante en lo que enfocarse en esta vida. A partir de ahí, la música es una continuidad de lo que somos y de nuestra capacidad de sentir y transmitir. A mí me gusta jugar con los elementos de las vivencias y memorias. Las emociones que albergan esos momentos de tu vida es imprescindible traducirlas a las cuerdas. De nada sirve tocar una melodía correcta, perfecta, con una ejecución limpia sin darle una dinámica emotiva y un gusto expresivo. Son los dedos que transmiten el sentimiento desde el corazón y el alma. Puede sonar algo místico, pero creo firmemente en eso. Tenemos que agarrarnos a la magia de la vida en vez de agarrarnos a las situaciones difíciles que hayamos pasado.

Hablemos de esos pesares. ¿Cómo se afronta la vuelta a los escenarios después de este parón cultural-social?

De momento no sé cuándo volveré a pisar un escenario. La verdad es que al principio del confinamiento estaba mucho más preocupado que ahora. Sigo sin tocar en directo y aun así estoy contento, visualizando mi vida de una manera positiva y con ganas de hacer nuevos proyectos para el futuro. Como dije anteriormente, hay que alinearse con la parte de la magia de la vida, buscar siempre soluciones y modos nuevos de sobrevivir. Evidentemente, no es fácil como músico pensar qué hacer sin los conciertos. Hay muchas maneras de afrontar tu carrera y de seguir generando algo para seguir existiendo. Yo he arrancado un programa online de clases presenciales por Internet y he obtenido un buen resultado. He podido conectar con muchos fans que me habían pedido clases hace tiempo y a los cuales nunca pude corresponder por falta de tiempo. Ahora al fin puedo prestarles esa atención y dedicarme a ellos, y disfruto este momento igual que el momento de viajar y tocar en directo. Evito hacer depender mi felicidad de elementos y parámetros externos. Dónde y cómo esté yo con mi guitarra y la música, estaré bien.
Igual de creativos que somos para sacar falsetas, ahora nos toca ser igual de creativos para inventarte de nuevo tu vida. Lo bueno es  que a través de las redes podemos seguir comunicando y ofrecer nuestra música. Hay que conseguir que el público valore la música y que el artista, como cualquier otra profesión, tiene que ser remunerado, pues veo mucha gente haciendo todo gratis con el fin de que se les vea o escuche y eso tiene su peligro. A corto plazo puede ser muy entretenido y gracioso, luego a largo plazo puede perjudicar. La música se debe cuidar y respetar como un bien sagrado que aporta mucho bienestar a las personas.

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“IGUAL DE CREATIVOS QUE SOMOS PARA CREAR FALSETAS, AHORA TOCA SERLO PARA REINVENTARTE TU VIDA»

¿Es diferente tocar en España que fuera de ella?

Cada país es diferente. La gente reacciona diferente en todos los lugares. España tiene algo muy espontáneo que me gusta. La gente tiene capacidad de entrega. En Latinoamérica, también la gente es muy directa con las emociones; en algunos casos, incluso mucho más que en España, se entregan totalmente y se emocionan mucho.

En los países más nórdicos, por ejemplo, de Suiza, Alemania hacia Escandinavia, son más pausados e introvertidos al expresar sus emociones. Aun así, tienen una capacidad y conocimiento cultural y musical que les permite asimilar lo que ven y escuchan con una fineza especial. Al final de los conciertos siempre dan ovaciones largas de aplausos contundentes. La verdad es que disfruto todos los públicos, ya que es un reto el hacerles mover algo muy dentro a todos ellos. Para mí lo bonito es hacerle sentir al público una cercanía y cosas nuevas que antes de entrar al teatro no se esperaban. Hay personas y músicos que le echan mucho la culpa al público en plan «qué fríos», «qué raros», «qué poca sangre», etc. Es la responsabilidad del artista de entenderlos, ganárselos y de llevarlos a tu terreno. Así disfrutas mucho más.

¿Está cambiando el público del flamenco?

Cambian los tiempos, las generaciones, el flamenco y con ellos cambia el público. Es algo normal. No podremos pretender que siempre será igual todo. Los artistas cambian, la forma de tocar cambia…; lo que es bueno es seguir adelante con lo tuyo. Eso es lo único que puedes influenciar directamente y aun así nosotros mismos cambiamos a veces sin darnos cuenta. En general, veo que hay otra forma de entender el flamenco a la que yo conocí de pequeño. Hay otro tipo de estéticas y eso es cuestión de cada uno si quiere consumirlas o no. Para gustos, colores. Eso sí, como decía Sabicas: «¡Hagáis lo que hagáis, hacedlo bien!». La pretensión es algo muy fácil de detectar y sólo alimenta el afán de conquistar al público a través de efectos visuales, sonoros y/o conductas que no tienen fundamento. Entiendo que cada uno proyecta e interpreta el arte a su manera, aun así, creo que hay unos códigos y matices que van más allá del ego de cada artista y su pretensión. Esos códigos y matices son parte de un legado muy viejo que ha pasado a lo largo de la humanidad a través de la comunicación entre las generaciones. Una generación sin la otra no es nada.

“ME DEFINO COMO ‘UN MÚSICO CON UNA MISIÓN’, DESPERTARLES A LAS PERSONAS UNA EMOCIÓN CON MI MÚSICA»

Hoy en día conocemos a muchos músicos a través de las redes sociales, como YouTube, Facebook, Twitter…, herramientas básicas para la promoción. ¿Cómo te desenvuelves con ellas?

Las redes sociales son una herramienta imprescindible y a la vez un arma de doble filo. Es importante comunicar a través de ella y compartir contenido que tenga que ver con lo que haces. Luego están las personas que comparten sus vidas ahí. Creo conveniente  saber dosificar el tema y centrarte en qué es lo que quieres transmitir y comunicar de ti. No todo vale, hay contenidos que son perjudiciales para la carrera o imagen, profesionalmente hablando… Yo uso Facebook, Instagram, Twitter y YouTube para construir una infraestructura que le permita al público y al fan escuchar, disfrutar y consumir lo que yo hago. Si observáis, sólo comparto cosas que tengan que ver con mi trabajo, rara vez hay algo que vaya más allá. Evidentemente, hay que saber mezclar el contenido más privado con el profesional, ya que las personas no sólo se interesan por el artista sino también por la persona que hay detrás. Hay que pensar cómo quieres que te vean y qué es lo que quieres que les llegue de ti.

Mi presencia en Internet (aparte de lo que yo pudiera ofrecer como músico) me ha llevado a trabajar con grandes artistas como Hans Zimmer, con eso lo digo todo. Hay que seguir promocionando lo que se hace. Si nadie sabe sobre tus actividades, ¿cómo pretendes que se enteren? Trato de pensar qué es lo que les aporto a las personas con mi música, encontrar un mensaje. Yo me defino como un ‘músico con una misión’. Mi misión es despertarles a las personas la emoción con mi música. Cada uno debe buscar su misión personal. Y para eso está bien contar con una infraestructura en redes.

Cuando no estás grabando o estudiando, ¿te queda tiempo para realizar otras actividades? ¿Cuesta desconectar o aprovechas para encontrar algo de inspiración para tu música? ¿Qué aficiones tienes aparte de la música?

A mí me gusta la bicicleta de montaña y la naturaleza. Vivo desde hace muchísimos años en zonas de campo y acabo de mudarme a un cortijo en Málaga. Me encanta contemplar la tranquilidad de la naturaleza, sembrar verduras en el huerto; aquí hay árboles frutales, etc. Una zona muy fértil. Soy un cocinero apasionado, me encanta manipular los alimentos y preparar comidas ricas. Me encanta compartir ratos buenos con amigos buenos. Me encanta ver películas o escuchar un disco de rock con volumen alto y tocar encima con la guitarra eléctrica (ah, perdona que no estábamos hablando de música y guitarras. Risas.) Pues eso que me encanta la guitarra.

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