Ayúdame a tenerte informado

Actulizado 11:01 AM UTC, Apr 26, 2024

El BFA, sobresaliente al escenificar la primera obra teatral de Lorca

‘El maleficio de la mariposa’. Ballet Flamenco de Andalucía (BFA). Solistas: Úrsula López, Alejandro Molinero, Isaac Tovar, Julia Acosta, Ana Almagro, Gloria del Rosario, Andrea Antó, Águeda Saavedra, Manuel Jiménez, Federico Núñez e Iván Orellana. Cante: Sebastián Cruz, Vicente Gelo y Manuel Lombo, como artista invitado. Guitarra: Alfredo Lagos, Pau Vallet y Juanma Torres. Percusión: Antonio Moreno Botella. Saxos: Juan Jiménez. Piano: Pepe Fernández. Aparato: Pedro G. Romero. Dirección: Úrsula López. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Domingo, 7 de noviembre. Aforo: Casi lleno.

Un Teatro Maestranza casi al completo recibió entre aplausos al Ballet Flamenco de Andalucía. Un espectáculo muy elaborado con más de dos horas de actuación conmemoró esta obra de juventud del poeta granadino. ‘El maleficio de la mariposa’, primera que Lorca llevó al escenario, concretamente al Teatro Eslava de Madrid en 1920, de la mano de Encarnación López La Argentinita.

La función comenzó con un tributo a Antonio Ruíz Soler por el centenario de su muerte. El cantaor onubense Sebastián Cruz, junto a la guitarra de Alfredo Lagos, acompañó por soleá al baile de Federico Núñez, ataviado con las vestimentas y los movimientos propios de El Bailarín. Su expresión de genio acompañaba el revoloteo de sus manos por estos sones de soleá.

La actuación pronto se convirtió en una fiesta. Guitarras, jaleos y bailes hacían de cuadro recién perpetrado por Gonzalo Bilbao. Los bailarines estaban conectados entre sí, se olía la armonía que la homogeneidad del grupo emanaba. Sones de fiesta acompañaron estos momentos de reunión entre los artistas: tangos, alegrías e incluso verdiales hicieron de sustrato para una tierra que bien recordaba al alba en primavera. La fiesta gitana que Federico García Lorca tanto mitificaba.

Un ejercicio de danza. Elegante, dominante, moderno e incluso en algunos puntos desmesurado. Aún así, los elementos estaban bien conectados entre sí y la proeza con la que conviven en el escenario es digna de elogio.

Úrsula López supo dirigir con vuelo los elementos que rodeaban la coreografía, pues como ella misma comentó quería ser lo más fidedigna con la coreografía original y ser más innovadores en música y escenografía (iluminación, vestimenta, maquillaje…). Estas incorporaciones que López organizó fueron de lo más acertadas, como por ejemplo el traje usado para caracterizar a la mariposa blanca, el cual hacía llevar a la bailarina cerca del viento. El juego de luces fue espectacular, daban el dramatismo necesario para evocar en el escenario siluetas de lunas y soles.

Es notoria la profunda investigación que han hecho para realizar este proyecto, una obra de esta envergadura necesita meses de ensayo que los artistas supieron demostrar con éxito. La mano del aracenense Pedro G. Romero se nota por la profundidad con la que está tratado el espectáculo.

Manuel Lombo fue el artista invitado. El nazareno resolvió correctamente con sus sones copleros de notas largas y limpias sus acompañamientos a la banda.

La percusión a cargo de Antonio Moreno y Raúl Domínguez Botella fue sublime; las guitarras de Pau Vallet, Juanma Torres y Alfredo Lagos estuvieron ejemplares conociendo su sitio ante un espectáculo como éste; y el saxo y el piano de Juan Jiménez y Pepe Fernández, respectivamente, le añadieron un toque vanguardista pero sabiendo orquestarlo a punto con lo clásico. La banda interpretó a diversos grandes de la música, entre ellos: Albéniz, John Coltrane, Falla… todo esto ejecutado con una exquisita definición. Sebastián Cruz y Vicente Gelo supieron añadirle los tonos flamencos adecuados para que el conjunto se mantuviera gitano-andaluz.

Cabe destacar la actuación como solista del bailarín Alejandro Molinero, el cual dejó estupefacto al público. Arropado por una bata de cola de lunares sin mangas bailó rodeado de oscuridad, con un solo haz de luz que le recorría todo el espíritu. El madrileño entró en trance durante su intervención. Acompañado por sus suspiros despertó rabia e injusticia, hizo recordar el dolor, el asesinato de un poeta de la vida.

El maleficio de la mariposa, un regalo que nos dejó Federico y que ahora este grupo nos recuerda con tanto respeto y maestría.

Escena V:

Mariposa: “Yo no sé lo que he sido;
me saqué el corazón
y el alma lentamente;
y ahora mi pobre cuerpo
está muerto y vacío.”

Fotos: Teatro de la Maestranza.

Etiquetas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la política de privacidad y los términos de servicio de Google.