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Actulizado 4:11 PM UTC, Apr 25, 2024

Las manos de Dorantes tocan las estrellas y los corazones

Ciclo ‘Tocando las Estrellas’. ‘Un flamenco al piano’. Piano: Dorantes. Percusión: Javier Ruibal. Día: Sábado, 19 de mayo de 2018. Lugar: Sala Unicaja de Conciertos María Cristina. Aforo: Lleno.

Se abre una puerta de estilo barroco que hay al fondo del escenario y comienzan los aplausos; Dorantes y su inmejorable acompañante a la percusión, Javier Ruibal, aparecen en escena. Saludan con un «Buenas tardes» y sin más demora las notas musicales comienzan a danzar por la sala contagiando de alegría y entusiasmo a los allí presentes.

Se palpa ya la buena energía que fluye entre los dos artistas, hay buena compenetración. Sonrisa perpetua de Ruibal y miradas de guía del maestro al piano. Se respira el buen ambiente en el proscenio. Esto promete. El trabajo y la tenacidad junto con la impronta del momento, requisitos inequívocos para el éxito, se tornan en deleite para los sentidos.

Tras el término de Danza, tema de apertura, David Peña Dorantes se saca del bolsillo de su pantalón un papelito que coloca en el atril del piano de cola. Se dirige entonces a la audiencia y confiesa que es su chuleta. En ella se recogen de su puño y letra los temas que irán ejecutando. La melodía de Rondeña y Sin Muros inundan con pericia todos los recovecos de la sala de este antiguo convento franciscano de San Luis el Real. Reconocimiento rotundo de la concurrencia. Es difícil dejar de aplaudir a semejante artista.

El maestro le dedica su siguiente pieza, Batir de alas, a su madre, que, según comenta, lleva en su corazón. Muy sabiamente, tras el respeto y la solemnidad que el recuerdo de su madre suscita, arranca una sonrisa cuando comenta: «Se me hace raro no tener micro y es que me encanta tener micro, me encanta”. Alabanzas del auditorio, aplauso extenso; dos veces tiene que levantarse para agradecer el apoyo de los asistentes; y el “va por ustedes”, esta vez, se lo dedica a su madre alzando su mano al cielo.

Éste es un concierto puramente acústico. Su música envuelve la sala con gran maestría, a él no le hace falta ni un amplificador tal como un micrófono para magnificar su melodía. Es un privilegio poder disfrutar de estos momentos que brinda un artista de semejante categoría, que ha dedicado su vida entera a la música. Su amor por este arte lo transmite con cada golpe que les otorga a las teclas del piano, tan sublime y con tanta carga emotiva. Y no sólo pasea sus manos por el teclado sino que también utiliza las cuerdas de éste como si de una guitarra se tratara. Percusión y cuerda unidos en un solo instrumento. Cabe recordar que la guitarra fue el primer instrumento musical que manejó con soltura y que le permitió a través del acompañamiento a cantaores por festivales ahorrar el dinero suficiente para comprarse su primer piano. La guitarra le sirvió de puente hacia su felicidad y plenitud musical como pianista.

Barejones, La máquina y Orobroy, los siguientes en su lista. Da las gracias entre aplausos y es cuando una señora de la audiencia le dice: “Gracias a ti por ser tan artista y crear tan bonito”. Sonrisas de todos cuando le confiesa que él es el culpable de que ella ahora tenga un piano en el salón de su casa. Y es que pareciese que estuviéramos en el salón de una gran casa. La ausencia de micrófonos y el que Dorantes se dirigiera a su audiencia de esa forma tan natural y familiar, gestó ese acercamiento a su música y a su persona con un aura especial y única aquella tarde del mes de mayo en la sala María Cristina de Málaga.

Después de la interpretación de su última pieza, Semblanzas, fue tan dilatada la ovación del público, tanto entusiasmo ante su arte y buen hacer, que decidió regalar su última composición, que consistió en una mezcla de dos temas; una intro de la abuela Perrata acabando con Molto enrollado. Toda la sala en pie, rendida a los pies de este gran amante del piano.

Su capacidad creativa e innovadora en la música y su carácter tenaz y humilde hacen que este artista no sólo consiga tocar las estrellas sino también los corazones.

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