‘La Encina Flamenca’. Cante: El Purili y Carmen Carmona. Guitarra: Luis El Salao y Daniel Heredia. Lugar: Peña Flamenca La Encina de Encinas Reales (Córdoba). Día: Sábado, 29 de junio de 2019. Aforo: Lleno.
La Peña Flamenca La Encina rinde honores a la figura de José de la Tomasa, en un ciclo repartido durante todo el 2019, en el que actuarán artistas jóvenes y lo cerrará el maestro. El pasado sábado fue una de esas noches que se quedará en el recuerdo de los aficionados por todo lo vivido.
Comenzó la actuación Carmen Carmona, acompañada a la guitarra por Daniel Heredia. Cantó por soleá apolá, alegrías y finalizó por fandangos, demostrando que tiene cualidades más que de sobra. Con una espectacular voz y una buena ejecución de los cantes, esta joven se va abriendo poco a poco un hueco en este mundo del flamenco.
La segunda parte la protagonizó Alonso Núñez El Purili, acompañado a la guitarra por Luís El Salao. Cantó por soleá, malagueñas y fandangos. Y, tras un breve descanso, continuó por seguiriyas, bulerías, tonás y un fin de fiesta arropado a las palmas por los suyos, que puso fin al cante en el escenario. Este artista, pese a su juventud, parece traído de otros tiempos; parece tener a un viejo dentro de su cuerpo. No son frecuentes sus formas, sus maneras y su conocimiento, que lo hacen ser ya un artista consagrado.
La noche parecía traer algo especial; y así fue. Los aficionados y los artistas no se iban; todo el mundo permanecía allí, hasta que nuevamente comenzó el cante. Se formó un corro donde todo el mundo aportaba su arte; comenzaba a ser una reunión de cabales. Aquí es donde el flamenco es más peligroso, donde más duele, donde los aficionados se vuelven artistas y donde los artistas se vuelven aficionados para compartir el arte poético y musical más representativo que tiene Andalucía.
Fue entonces cuando el duende nos visitó para no abandonarnos ya. Pudimos disfrutar del baile de Ramón Pikina, de Pruna, y Juan Serrano, de Talavera de la Reina, el toque de Luís El Salao, curtido en mil y una batallas, y el cante incombustible de El Purili, que en más de dos horas no repitió ninguna letra e hizo un recorrido enorme de cantes y estilos. Asistimos a una de las fiestas más auténticas del mundo, a la fiesta más íntima del pueblo gitano, al leguaje de una cultura para terminar partiéndose la camisa.