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Actulizado 3:23 PM UTC, Dec 13, 2024

Miguel Poveda, poesía, cante, copla y mucho más

Miguel Poveda1 DCante: Miguel Poveda. Guitarra: Chicuelo y Carlos Grilo. Palmas y coros: Luis Cantarote y Carlos Grilo. Palmas y cante: El Londro. Baile: La Lupi. Percusión: Paquito González. Lugar: Castillo Sohail de Fuengirola (Málaga) Día: Sábado, 31 de agosto de 2013. Aforo: Lleno.

Nadie duda ya que Miguel Poveda es, por méritos propios, el número uno del escalafón flamenco actual, capaz de llenar recintos como el castillo Sohail de Fuengirola, en el que ofreció, como novedad, una primera parte en la que recreó composiciones poéticas de Miguel Hernández, Lorca y Ángel González, para ofrecer, a continuación, cante puro y duro y su visión particular de la copla. El público, después de tres horas de recital, salió encantado y con ganas de más.

Principió, como digo, con adaptaciones flamenquísimas de obras de tan egregios poetas, apoyado en el elegante piano de Joan Albert Amargós. Chicuelo, excelso a la guitarra, acompañado sabiamente por Luis Cantarote, Carlos Grilo y El Londro, a las palmas, y Paquito González, a la percusión, tocó unas bulerías, inmejorable transición a la parte flamenca, que sonaron y supieron a gloria bendita.

Vuelve Poveda por alegrías (Serafino), con un homenaje en la letra a Camarón, Pericón, La Perla y Aurelio Sellés, en tanto que La Lupi hace su primera aparición con bata de cola y su gracia, arte y talento habituales. Prosigue con la malagueña de la Peñaranda, muy sentida, que remata por rondeñas y fandango de Lucena, en los que se muestra más íntimo que agreste.

Por tangos, pellizcó y ofreció un nuevo guiño a Málaga con los de La Repompa, si bien fue en los de Triana en los que, enhiesto, se dio una pataíta y brindó su habitual, pero no por ello menos espectacular, duelo interpretativo con La Lupi, con el que llena el escenario y va más allá.

Por Levante, buscó el intimismo que le brinda Chicuelo, enorme, que, sorpresivamente, cedió el testigo al palmero Carlos Grilo para que acompañara con solvencia al de Badalona con la sonanta por soleá, en la que éste expresó un emocionado recuerdo a su padre. Y de la tristeza al Todo es de color, de lLole y Manuel, y a unas letras por bulerías en las que evocó a Camarón.

Una elegante pieza instrumental de Amargós dio paso al tercer acto, en el que Poveda hizo un repaso a las coplas cuya interpretación lo han hecho tan popular (la mismísima Marifé de Triana le dio en su día su bendición en un programa radiofónico): La senda del viento, A ciegas, Y sin embargo, te quiero, En el último minuto, Dime que me quieres o Los tientos del cariño. Se desgañitó, entregándose al cien por cien, tras su reciente afección de garganta, entrega que el público, rendido a sus piés, le agradeció.

Pese a todo, se reivindicó como cantaor (“Mucha gente me ha conocido por la copla, pero yo antes soy flamenco”), volvió a rememorar a Camarón con La leyenda del tiempo, y, ya en los bises, no podían faltar Alfileres de colores (apoteósico), Esos cuatro capotes, en que El Londro canta y él baila por bulerías, La bien pagá, Bravo (Bambino en el recuerdo) y, por supuesto, Mis tres puñales, solicitadísima. Espectacular.

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