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Miguel Poveda, mando en plaza

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Cante: Miguel Poveda. Guitarra: Chicuelo. Palmas y coros: Carlos Grilo y Diego Montoya. Palmas y cante: El Londro. Percusión: Paquito González. Piano: Joan Albert Amargós. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Martes, 24 de febrero de 2015. Aforo: Lleno.

Poveda abría su nueva gira en el malagueño teatro Cervantes con cuatro conciertos para los que había colgado el cartel de ‘No hay billetes’. “Málaga te quiere”, le espetó una señora nada más saludar al respetable. Y el cantaor catalán le correspondió con su arte y dejándose el alma en cada cante, copla o poesía, pues de todo hubo en una noche en la que volvió a demostrar que tiene mando en plaza.

Abrió su recital, como viene siendo habitual en sus últimas comparecencias, con poemas musicados (Para la libertad, de Miguel Hernández; Romance de la dulce queja, de Lorca; Desmayarse, atreverse, estar furioso, de Lope de Vega; y Guerra a la guerra por la guerra, de Alberti) que formarán parte de su disco ‘Sonetos y poemas para la libertad’, que verá la luz el 17 de marzo. Aunque se aleje de la ortodoxia jonda, en él todo suena flamenco.

Chicuelo, excelso, realizó la transición a la parte puramente flamenca por bulerías, con esa fábrica de compás que integran El Londro, Carlos Grilo y Diego Montoya, con Paquito González en la percusión. Vuelve Poveda por malagueñas de Chacón, con un guiño a Málaga en la letra, que remató con abandolaos. “Como diría el maestro Morente, de vez en cuando me da por ser cantaor”, bromeó.

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Supo adaptarse en todo momento a los requerimientos comunicativos de un teatro y se mostró cercano, al darle la mano a una niña, al recoger una flor que le habían arrojado… Mientras, pontificaba con su cante, ora por cantiñas, ora por toná. Y compartía con los presentes un cante por soleá con la guitarra de Carlos Grilo, algo que suelen hacer en momentos de intimidad.

Y prosiguió por tientos-tangos, evocando a La Niña de los Peines y dándose una pataíta en los del Titi de Triana, con lo que conectó de inmediato con el público. Remató la parte flamenca por bulerías, con la colaboración de El Londro, arte y enjundia de Jerez. Y volvió a bailar, gustándose.

La transición a la copla la puso Joan Albert Amargós, con su elegancia y maestría habituales, al piano. Poveda volvía, entre aplausos, con “la banda sonora de mi infancia”: Vente tú conmigo, A ciegas, Y sin embargo te quiero, En el último minuto. Y se despedía con La leyenda del tiempo, de Camarón. Pero, aún habría tiempo para homenajear a Marifé de Triana por bulerías, con María de la O y Mis tres puñales. El público, enhiesto, lo recompensó con una larga ovación.

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