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Actulizado 4:11 PM UTC, Apr 25, 2024

La antología del flamenco de Guillermo Cano y Paco Cruzado

El cantaor Guillermo Cano y el tocaor Paco Cruzado se implican en una antología del flamenco en la que han grabado 34 palos diferentes, aunque algunos de ellos con el mismo ritmo y compás. En ella homenajean a grandes artistas de este arte, como Marchena, Caracol, Chacón, Fosforito y muchos más.

Tanto Cano como Cruzado, ambos de Huelva, comenzaron sus respectivas carreras artísticas muy jóvenes, sobre todo el guitarrista, dedicándose íntegramente a este difícil pero apasionante arte. Los dos cuentan con numerosos galardones en su haber, como tres primeros premios en La Unión el cantaor y el Nacional de Córdoba el tocaor.

Abre Cano el disco por tonás, con letra del maestro Calixto Sánchez, homenajeando a los caidos en los atentados del 11 de marzo de 2004, con tres cuerpos diferentes de carceleras.

A continuación, unas alegrías de Cádiz, en las que grandes maestros como Aurelio Sellés, Pericón o Tío Chano, por citar algunos, dejaron las mieles de este maravilloso palo. En este caso, nuestro protagonista homenajea al gran cantaor cordobes El Pele, el cual le ha dado una frescura muy importante a este estilo.

Pasan a la soleá de Alcalà cogiendo como referencia al innovador Juan Peña El Lebrijano, con letras de grandes creadores, como Joaquín el de la Paula.

Cuarto tema, marianas, cante en el que, según los entendidos, la melodía viene de unos artistas callejeros que trabajaban con animales y que posteriormente se aflamencó, llevándola al compás de los tientos pero en forma de canción. La popularizaron cantaores como José Menese, Miguel Vargas y Bernardo el de los Lobitos. En este caso nuestro protagonista homenajea a La Sallago.

Ahora, una milonga de la obra de Pepe Marchena, al que Guillermo Cano admira profundamente. Es un tipo de cante que se le da muy bien a los cantaores de voz laína, como es su caso,

Percibo en los tangos La aceitunera, una letra del cantaor Antonio de Patrocinio dedicada a la recogida de la aceituna por parte de las aceituneras, cierto aire de los tangos caleteros del Niño del Mentidero.

Continúan con la caña,.homenajeando al gran innovador Enrique Morente, aunque este estilo es uno de los mas antiguos del flamenco, recuperado a mediados del siglo pasado por grandes cantaores como Rafael Romero o Mairena.

La farruca, uno de los cantes que a mí particularmente más me gustan por su melodía y fuerza a la vez, la grabó por primera vez un cantaor llamado El Mochuelo, aunque algunos estudiosos aseguran que fue Manuel Torre. Luego, la interpretaron La Niña de los Peines y, posteriormente, Diego Clavel, Mairena o Marchena. En este caso, nuestros protagonistas homenajean a la gran Pastora Pavón.

La guajira, encuadrada en el grupo de los denominados cantes de ida y vuelta, se la dedican al gran maestro don Juan Valderrama, conocedor de todos los estilos habidos y por haber en el flamenco. Este estilo concretamente le viene como anillo al dedo a la voz laína tanto de Valderrama como de Cano.

La bambera, el cante de los columpios, en los que cuentan que los mozos mecían a las mozas y allí surgían los amoríos, fue un cante creado a partir del folclore por El Pinto y Pastora Pavón. Luego, lo interpretarían los seguidores del mairenismo hasta que llega el gran Paco de Lucía y la graba con Naranjito de Triana al compás de bulería por soleá.

“La guajira dedicada a Juan Valderrama le viene como anillo al dedo a la voz laína de Guillermo Cano”

En la malagueña de La Trini, se acuerda de Diego Clavel, el cual, según Guillermo Cano, ha sido un gran aportador de este estilo, del que contamos con más de treinta diferentes.

El verdial y el Jabegote, con letra de la última Llave de Oro del Cante, el maestro Fosforito, gran intérprete de estos estilos junto con Naranjito. En este caso, se los dedica al gran Curro de Lucena, afincado en Ronda, por ser un gran divulgador de estos estilos.

La alboreá está dedicada a Jesús Heredia. En mi humilde opinión, éste es un estilo que está hecho a medida para el cantaor gitano, con todos mis respetos a los grandes cantaores no gitanos que hay en nuestro arte.

Las peteneras se las dedica de nuevo al maestro Fosforito, dos de los tres estilos, en este caso la chica y la grande.

Serrana a Miguel Vargas. Liviana y serrana con el cambio de María Borrico.

Villancico a Paco El Pecas de Andújar. En este caso, Cano los para un poquito pero sin perder la musicalidad tan bonita que tienen.

Finaliza este primer volumen cantando bulerías de Jerez con letras de su autoría. Arranca a capela, perfectamente jaleadas e interpretadas tanto por el cantaor como por el guitarrista.

En el segundo volumen, se aranca con el Pregón de los caramelos del gran Gabriel Macandé, un gitano gaditano del que decían que estaba loco, pero fue único en el pregón y creador de un fandango. Cuentan que Caracol se ponía al lado de las ventanas del manicomio para oírlo cantar y terminaba llorando por la pena tan grande que desprendía esa garganta.

En los caracoles, siendo Don Antonio Chacón el referente, sin embargo el onubense se mira en Antonio Núñez Chocolate. Es un cante que lleva el compas de doce tiempos por alegrías o cantiñas pero con la dificultad de sus subidas intensas y alargamiento de los tercios, más la modulación de los bajos. Sin embargo, Cano los ejecuta con solvencia.

Las tarantas, dedicadas a una de las cantaoras más importates de nuestro país, Carmen Linares, un referente de los cantes de Levante Guillermo Cano interpreta dos letras populares ya grabadas por El Cojo de Málaga,

Continúan con una rumba cubana, cuya letra firma el gran Luis de Córdoba, con aires de habaneras, cante que se adapta muy bien a la voz de Guillermo Cano, ya que estos palos le vienen muy bien a las voces laínas.

Ahora por granaína y media, dedicadas al gran Manuel Vallejo, uno de los cantaores más completos que ha dado este arte. Él le dio a las granaínas lo que nadie consiguió darle: fuerza plenitud y floritura; sin olvidar por supuesto a Don Antonio Chacón.

“Esta antología es divulgación y aportación al flamenco a través de una voz laína y una guitarra templada”

Chaconera, dedicada a otro Antonio Chacón, cantaor profundo de Sevilla. Aquí Guillermo Cano y Paco Cruzado adaptan este cante como una especie de zambra con la ayuda en el ritmo de Cruzado y la letra piropea claramente a la mujer y al final refleja a la madre.

En los siguientes estilos, Cano y Cruzado se acuerdan de la tercera Llave de Oro del Cante (Antonio Mairena) para interpretar la liviana chica y doble con cambio de toná liviana. Éste es un cante de preparación hacia la serrana, que se termina con el macho, que va por seguiriyas, unas veces con el cambio de María Borrico, otras por cabales. Cada cantaor le da el final que cree más apropiado. Mairena fue quien la elevó a la altura de un cante independiente.

Los Tangos de la Carlotica pertenecen a la madre de Gabriel Moreno, unos tangos muy melódicos y pegadizos, en los que Cano y Cruzado realizan una interpretación muy acompasada y afinada.

Romance a palo seco dedicado al cantaor lebrijano Curro Malena, aunque recreado por Antonio Mairena. Se canta al compás de bulerías por soleá.

He aquí lo citado anteriormente, romance por bulerías por soleá, en esta ocasión dedicado al gran José Soto (José Mercé), guitarra, cante y palmas muy bien acompasados, pero tengo que decir, bajo mi humilde punto de vista, que a mí personalmente me decía más en las voces de Mairena, Curro Malena y Juan Peña El Lebrijano, más apropiadas para este tipo de cantes. Con esto no quiero decir que el cante esté mal ejecutado, únicamente que yo soy de los que creen que en el flamenco hay una serie de cantes que requieren un tipo de metal de voz apropiado para cada cante.

Los fandangos por soleá se los dedican al gran Platero de Alcalá (de Guadaíra). Se trata de un fandango por soleá inspirado en su primera letra en la caña. Los grabó El Platero al estilo de Luis Medina (Curilla de Alcalá) y fue emitido en en el programa de TVE Rito y geografía del cante hacia el 73.

En la zambra a Manolo Caracol, homenajean al genio sevillano, cantaor personalísimo que tiene muchísimos seguidores e imitadores, pero Caracol, señores, sólo hay uno. Así que esta versión de Leon y Quiroga adaptada por Cano y Cruzado, me remito a lo anteriormente expuesto, Caracol sólo hay uno.

Continúan con jotillas madrileñas, un cante con aires de soleá aligerá grabado en el 75 y que tuvo bastante aceptación.

Seguiriyas a José Monje Cruz Camarón. Volvemos a lo anteriormente dicho. Son cantaores únicos, con personalidad propia. Guillermo Cano, con su voz laína intentando oscurecerla un poco, interpreta tres cuerpos de seguiriyas del genio Camarón emitidas en un vídeo de una televisión pública. El primero, de Jerez; el segundo, de Los Puertos y el tercero, del gran Tomás Pavón, tres referentes muy importantes en nuestro flamenco.

Un garrotín a José Menese, aunque ellos aquí lo paran más que cuando lo hacía el cantaor de La Puebla de Cazalla y no digo nada de cuando lo interpretaba la genial bailaora Carmen Amaya. Con letra de Moreno Galván, Cano y Cruzado lo versionan a su manera.

Villancico flamenco para Dolores Jiménez Alcántara (La Niña de la Puebla). Será por la gran aportación que ésta hizo a los cantes navideños con los campanilleros, aunque ellos realizan una versión que grabó el gran Naranjito de Triana, muy bonita y flamenca también.

Y rematan esta antología con unas bulerías al golpe dedicadas a José Antonio Muñoz García El Chozas, cantaor que destacó en los 70 y 80 por interpretar muy bien los tangos y bulerías, pero sobre todo se encargó de divulgar mucho los fandangos de Antonio el Pichichi.

Si tuviéramos que definir esta antología de Guillermo Cano y Paco Cruzado en pocas palabras, diría, en mi humilde opinión, divulgación y aportación al flamenco a través de una voz laína, guitarra templada y palmas.

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