Ciclo ‘Flamenco Viene del Sur’ 2019. ‘La Nueva factoría del cante’. Cante: La Yiya, El Boleco y Alicia Morales. Guitarra: Antonio García y David Caro. Lugar: Teatro Alhambra de Granada. Día: Lunes, 18 de febrero de 2019. Aforo: Lleno (300 personas).
La segunda entrega del ciclo Flamenco viene del Sur 2019, que lleva por título ‘La Nueva factoría del cante’, fue una muestra palpable de que el cante flamenco tiene asegurada su continuidad, de que hay cantera para conservar la pureza y la jondura del cante y de que hay un público fiel a la tradición.
Cinco sillas para tres cantaores y dos guitarristas fue todo el atrezzo necesario para mostrar la grandeza de este arte que penetra en los cinco sentidos como ningún otro, dejando más que satisfecho a un público, mayoritariamente entendido, que abarrotó el granadino teatro Alhambra el pasado lunes.
Con un micrófono ‘alante’ se presentaron los jóvenes protagonistas de la velada, con cantes primitivos; primero El Boleco por tonás, seguido por Alicia Morales por temporeras y La Yiya con un pregón por bulerías. Fue un avance de lo que harían después ya sentados; fueron voces llenas de fuerza y jondura, frescura y pasión, sentimiento y emoción.
Ana La Yiya, acompañada por la guitarra de Antonio García, hizo tientos y seguiriyas . Su poderosa voz, amplia de registros y perfecta en modulación sonaba contundente en una sala con extraordinaria acústica, entre clásicas falsetas ejecutadas por el enérgico tocaor.
El Boleco interpretó nuevamente seguiriyas y fandangos, acompañado también por Antonio García. Cante gitano, puro y jondo es lo que caracteriza a este jovencísimo cantaor nacido en el siglo XXI y que ya atesora la sabiduría de un veterano. Es de los que abren la mano y se retuercen para sacar el sonido del alma.
Alicia Morales, acompañada por David Caro, cantó granaína, en honor a la tierra que la vió nacer, y soleá. Extraordinaria voz, pulcritud en la ejecución con arriesgadas modulaciones. Pasó de cantar una soleá al modo más común, por arriba, a hacerla por medio sin solución de continuidad y sin despeinarse. Subió dos tonos y medio de un tercio a otro convirtiendo la soleá en soleá por bulerías con pasmosa facilidad.
Todos en el escenario, ocupando las cinco sillas hicieron un final por tangos, turnándose en las letras y acompañados por los dos guitarristas que también dieron la talla, para concluir juntos con un estribillo muy común por estos lares:
Y von, y von date la vuelta ligero
como se la dá el reloj.
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