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Dorantes y Marina Heredia, tanto monta…

Dorantes y Marina Heredia Benalmádena 7-7-17

V Bienal de Flamenco de Málaga. Cante: Marina Heredia. Piano: Dorantes. Batería: Javi Ruibal. Palmas y coros: Fita Heredia y Toñi Nogaredo. Lugar: Auditorio de Benalmádena (Málaga). Día: Viernes, 7 de julio de 2017. Aforo: Dos tercios.

Dorantes y Marina Heredia, tanto monta, monta tanto… Viene a colación parafrasear esta célebre cita histórica por tratarse de dos figuras del flamenco (el pianista lebrijano estuvo colosal y la cantaora granadina, inmensa) en un espectáculo de exquisita sensibilidad.

Suele decirse, con todo el fundamento, que la guitarra es el alma del flamenco. Por ello, pese a que es cada día más frecuente el uso de otros instrumentos en el ámbito de lo jondo, no deja de sorprender que la sonanta no aparezca por ningún lado en un espectáculo de este tipo. Pero, David Peña son palabras mayores. Para él, el piano es una extensión de su cuerpo. Le arranca sonoridades casi imposibles. Ora suena como bajo, ora como guitarra… Si a esto le añadimos una cantaora en estado de gracia como Marina Heredia, tenemos los mimbres idóneos para obtener el cesto perfecto.

Marina Heredia Benalmádena 7-7-17

La granadina, en un gesto que le honra, se refirió al maestro Fosforito, allí presente, como “uno de los pilares del flamenco, un espejo en el que mirarnos; nuestro anhelo de tener su sabiduría algún día en el cante”. Pellizcó por alegrías tras abrir con una nana. Y prosiguió por seguiriyas, profundísima, con el piano estratosférico de Dorantes. Un delicioso solo de piano y batería le concedió un descanso a Heredia, que volvió por tangos, que precedieron a la granaína, a solas los dos. Momento álgido.

Dorantes Benalmádena 7-7-17

Tras un espectacular solo de piano y batería, vuelve Marina Heredia ataviada con un elegante vestido amarillo (“No seas antiguo, David”, bromea ante la leyenda que atribuye a este color el mal fario sobre el escenario) para arrostrar las galeras (intento de crear un nuevo palo del flamenco) de El Lebrijano. Apoteósica. Pero, aún se reservaban ambos un as en la manga: el gran clásico Orobroy, de Dorantes, entreverado con los fandangos del Chocolate. El público, enhiesto, los despidió con una gran ovación, ante la que no tuvieron más remedio que volver para corresponderle por bulerías.

Fotos: Alfredo Canales

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