Tal día como hoy de 2010, fallecía Enrique Morente, uno de los grandes renovadores del flamenco junto a Camarón, Paco de Lucía o El Lebrijano. El Ronco del Albaicín abrió nuevos caminos para los flamencos, algunos de los cuales así como quiénes lo conocieron han querido recordarlo, respondiendo a dos preguntas planteadas por Pellizco Flamenco: ¿Qué supuso Morente para ti? ¿Y para el flamenco?
ASÍ LO VEN LO FLAMENCOS Y QUIENES LO CONOCIERON
Antonio Fernández Díaz Fosforito: «Enrique era un cantaor con mucho talento, siempre buscando nuevas formas; era un creador».
Arcángel: «Para mí, Morente significó la puerta de entrada al cante flamenco, al cante tradicional y a la libertad expresiva cantaora. Para el flamenco, supuso el traductor perfecto de toda la tradición antigua a través de su modernidad. Y, por supuesto, la ruptura de una de las cadenas que más han ralentizado la evolución del flamenco, que era un inmovilismo estético que nos tenía sumidos en que prácticamente la gente que tenía otras inquietudes no estaban ni bien vistos ni bien considerados, y él consiguió romper esa cadena».
«Supuso el traductor perfecto de toda la tradición antigua y la ruptura de una de las cadenas que más han ralentizado la evolución del flamenco»
Pitingo: «El genial Enrique Morente, maestro de arte y de vida, nos enseñó a amar el flamenco en todas sus dimensiones y colores. A mí personalmente, me dio el mejor consejo de mi vida, que decía: “‘Pitinguillo‘, si todo el mudo te dijese ole, yo me preocuparía”. Estas palabras calaron tan hondo en mí que entendí la palabra libertad dentro del cante. Cada año que pasa, más me acuerdo de él, más lo escucho y Dios mío, cómo cantaba Enrique Morente, cómo hablaba, cómo andaba, cómo sonreía cuando algo le gustaba y te abrazaba con una verdad que sentías su alma, su nobleza, su cariño, su grandeza y su humildad. El Genio de Granada te llevaba a un mundo nuevo, con más verdades, con menos odios, con más clemencias y más piedades. ¡Ay, Tío Enrique, sí te encontrara!”.
Marina Heredia: «Enrique ha sido una persona muy cercana a mi familia, porque hemos tenido siempre mucho contacto y ha sido un artista muy valiente, que ha defendido sus sentimientos, su interior y su punto de vista contra viento y marea. Y creo que eso es de ser una persona y un artista muy interesante, muy leal y muy valiente. Para el flamenco, ha sido un revolucionario, un artista que ha marcado muchísimo su personalidad y hay muchos artistas de generaciones que hemos venido después que es su espejo. Ha sido espejo de muchos jóvenes».
«Ha sido un revolucionario, un artista que ha marcado muchísimo su personalidad y espejo de muchos jóvenes»
Rocío Márquez: «Es libertad y sabiduría. Mi gran referente. Morente nos demostró que es posible el reto de encontrar el equilibrio perfecto entre el conocimiento de los códigos tradicionales y la innovación».
Pedro El Granaíno: «Enrique me ha influido muchísimo. En mi cante se nota mucho su influencia, al igual que la de Camarón. Creo que son las dos personas que más han influido en mi cante; Enrique, Camarón, Tomás… A Enrique Morente le debemos mucho los cantaores de mi generación. Y el flamenco le debe a Enrique que si hay un creador en la historia del flamenco es uno de los más importantes, como creador, como revolucionario, como buscador, como investigador, genio. Es uno de los genios de la historia del flamenco y de la música».
«Le debemos mucho los cantaores de mi generación; y si hay un creador en la historia del flamenco es uno de los más importantes»
Rosario La Tremendita:»El maestro Enrique Morente fue un creador con mente, instrumento y corazón. Fue, es y será la evolución consciente del flamenco. Libertad, cultura y conocimiento. Elevó el cante a un nivel intelectual. Rompió fronteras y llevo el flamenco a una unión universal con otras disciplinas. Un ejemplo de valentía, lucha y sencillez. Enrique fue un cantaor flamenco con conocimiento e inconformista, con buen gusto y valiente en sus propuestas. Siempre tengo presente al maestro y le estaré eternamente agradecida. Amo el sonido y a la familia Morente«.
Sandra Carrasco: «Morente a mí me marcó, hasta para irse el día de mi cumpleaños, que lo recuerdo como si fuera ahora, pues suspendimos la presentación de ‘Mujeres de agua’, de Javier Limón, en el Teatro Rialto de la Gran Vía, donde me formé un año entero como actriz en el musical ‘Enamorados anónimos’. Enrique, hasta para irse, me marcó. Cuando lo descubrí, yo era muy pequeña y me quedé completamente enganchada a su totalidad como artista. Entendí por qué cantaba a partir de ese momento. Esa familia me ha acompañado en mi vida y lo sigue haciendo; esa familia es para mí un espejo donde mirarme, no sólo a nivel musical, sino personal, ya que he tenido la suerte de estar con ellos y de estar con Estrella tan cerca tan cerca que se ha convertido en mi musa, en mi artista favorita. Vivan los Morentes, viva el arte y viva Graná. Para el flamenco, cualquiera que tenga un mínimo de entendimiento y de emoción, sabe que el efecto Morente ha sido una revolución, un antes y un después en el flamenco».
«El efecto Morente ha sido una revolución, un antes y un después en el flamenco»
Cañizares: «He tenido la suerte de colaborar con el maestro Enrique Morente en muchas grabaciones y conciertos en directo. Su incansable investigación y experimentación con el flamenco siempre ha sido una guía inspiradora para mí. He aprendido, a través de su actitud, que es muy importante seguir abriendo nuevas puertas, pero siempre teniendo mucho respeto a la tradición. Aunque Enrique lamentable ya no está con nosotros su espíritu sigue estando aún muy vivo en mi corazón.
Desde mi punto de vista, hay una clara línea divisoria en el flamenco, hay un antes y un después de Morente. Su estilo es muy personal, inconfundible, sus melodías son muy nuevas y a veces atrevidas, pero siempre manteniendo una firme quintaesencia flamenca. Un creador en el verdadero sentido de la palabra. Yo le he acompañado en muchos palos flamencos en muchas ocasiones, y uno de los momentos más significativos para mí, fue el rodaje de la película ‘Flamenco‘, de Carlos Saura. Acompañándole aquella siguiriya, me acuerdo que sentí algo tan novedoso y original en su voz, que me inspiró a hacer giros melódicos y armónicos que nunca antes había sentido de esa manera. La magia y la fuerza que tenía Morente creo que ha «renovado» el concepto del flamenco, y pienso que él abrió un nuevo horizonte de creatividad y originalidad para el cante flamenco».
«Su magia y su fuerza ha «renovado» el concepto del flamenco; y abrió un nuevo horizonte de creatividad y originalidad para el cante flamenco»
Andrés Raya: «Conocer a Morente supuso para mí ganar un amigo conocedor del flamenco clásico pero con inquietudes sobradas para intentar superar el inmovilismo en que se encontraba el cante. El flamenco ganó a un hombre libre y capaz de abrir nuevas vereas».
José Luis Ortiz Nuevo: «Para mí, como persona, es un hermano mayor que me abrió muchos ojos y me hizo vibrar el arte que llevaba. Lo admiré muchísimo y lo admiro. Para el flamenco, es uno de los grandes de la historia del género. Sin duda, el creador más importante del siglo XX y del XXI hasta el momento. Uno de los artistas que abren página en la historia del cante».
«Es uno de los grandes de la historia del género. Sin duda, el creador más importante del siglo XX y del XXI hasta el momento»
Manuel Bohórquez: «Para mí Enrique Morente significó tanto que desde que se fue ando algo desorientado. No es que no tenga criterio propio, que creo que eso lo demuestro cada día, pero el maestro era quien, sin pretenderlo, me señalaba a veces el camino. Me enseñó a amar la poesía, todas las músicas, a beber mosto en agosto, y en Sevilla. A valorar siempre la calidad viniera de dónde viniera. En mi carrera como crítico hay dos etapas claras: la de antes de conocer a Morente y la de después de conocerlo y tratarlo como persona. Para mí ha sido lo más grande que he conocido en el cante, y con esto no quiero decir que fuera el mejor cantaor. No es eso. Enrique era un conjunto de cualidades, de muchas y buenas cualidades, y eso me enganchó.
«Para mí ha sido lo más grande que he conocido en el cante, y con esto no quiero decir que fuera el mejor cantaor»
Para el flamenco, Enrique supuso una apertura y una manera distinta de ser cantaor. Rompió con la etapa anterior, algo viciada y anquilosada, sin que nos diéramos cuenta. Era un clásico que nos trajo la modernidad, quizá sin pretenderlo tampoco. Vestía distinto, tenía el pelo algo largo y andaba como los artistas de otros géneros. Lo invitaban a pasar el fin de semana en el Puerto, Pansequito, y se llevaba su tienda de campaña para dormir en la playa. Morente era otra historia. Ya no se puede entender la historia de este arte sin él y su inmensa obra».
«Enrique supuso una apertura y una manera distinta de ser cantaor; ya no se puede entender la historia de este arte sin él y su inmensa obra»
María Toledo: «Parece mentira que hayan pasado diez años. Yo sentí mucho su muerte pues quiero mucho a la familia Morente. Aún recuerdo la taranta de La Niña de los Peines que le canté al oído al maestro Morente cuando le entregaron el Premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España. «Muy bien Mariquilla, así me gusta que te rebusques en esos cantes». Aún no me creo su muerte porque para mí sigue vivo. Lo veo en la mirada de Estrella, Soleá, Kiki, en su esposa La Pelota. Vive dentro de ellos y su luz la proyectarán eternamente porque Morente es la evolución, es la estrella que nos guía, es la libertad. Si Morente no hubiese existido todos estaríamos más presos. Él abrió las puertas. Que hablen aunque sea bien, es la frase que siempre recordaré en su palabra. Es un genio humilde, cercano y digo es porque vive, búscalo porque está aquí».
«Morente es la evolución, es la estrella que nos guía, es la libertad. Si Morente no hubiese existido todos estaríamos más presos»
Juan Habichuela Nieto: «Morente para mí fue mi maestro, donde pasé años de aprendizaje, de disfrute en cada concierto y grabaciones que quedan en mi corazón… Enrique fue un innovador en el flamenco, donde todos los jóvenes intentamos mirarnos en su espejo y maestría… Se le echa mucho de menos en todos los sentidos….»
David Cerreduela: «Para mí fue una experiencia maravillosa porque Enrique Morente tenía a Dios en su corazón, si no no hubiera sido posible tanto amor y cariño para quien se le acercara sin hacer excepción de personas. Siempre tenía un tiempo para dedicar a cada uno y les trataba con mucho cariño y respeto, ya fuese el rey o un mendigo de la calle. Hablo esto porque tuve la suerte y el privilegio de estar con el y compartir muchos momentos preciosos que también me enseñaron y mejoraron. Un gran referente a seguir, una excelente persona. En el escenario era impresionante, se transformaba; aunque cantaran buenos cantaores, su voz se destacaba; súper personal, con sello propio y con una forma de modular giros tan preciosos con un grave extraordinario y un agudo alto y rajao precioso, de mucha calidad. Para mí era un sueño compartir con el maestro. Despertó en mí el deseo de acompañar el cante, que es la fuente de todo para ser un buen solista de guitarra o acompañar el baile, son los cimientos. Siempre estaré muy orgulloso de haber podido compartir a su lado y que contara conmigo. Le estaré eternamente agradecido. Fue una experiencia vivida para siempre. Muchas gracias, maestro Enrique con todo mi cariño y respeto.
Y para el flamenco, ha sido un referente para nuevos cantaores y cantaoras que ahora están arriba. Enrique Morente aportó nuevas ideas al flamenco. También investigó fusionando con otras músicas, pero nunca dejó de ser flamenco, manteniendo sus raíces. Maestro flamenco para siempre. Siempre lo tendremos en la memoria y en el corazón».
«En el escenario era impresionante, se transformaba; aunque cantaran buenos cantaores, su voz se destacaba»
Alfredo Tejada: «Don Enrique fue un gran amigo, que tuve la suerte de pasar a su lado momentos maravillosos; aprendí muchísimo al lado del genio de este siglo. Uno de los mejores seres humanos que me he encontrado en la vida. Para el flamenco, fue el genio del siglo XXI, como lo fue en su época Chacón, creador, culto, vanguardista, inconformista y sin miedos… Amante de lo tradicional para crear las genialidades que nos regaló. Don Enrique Morente…»
Curro Albaicín: «Enrique, para mí, fue un gran amigo. Lo conocí cuando éramos muy jóvenes y todavía no era famoso. Lo seguía a todos sus conciertos; vi toda su evolución. Lo que fue para el flamenco yo lo defino como la columna del Templo de Salomón; el templo se destruyó, pero la columna no».
Antonio Campos: «Donde menos y cuando menos te lo esperas aparecía Enrique con su risilla. Que había que reír pues a reír, que había que cantar pues a cantar, que había que tapear pues a tapear. Era tan grande que se consideraba y te consideraba uno más con quien estuviese y dónde estuviese. Me regañaba por ir a verlo cantar a Malaga, Sevilla… Me decía que me subiera a la casa, así era él. En lo musical, sin duda el más inquieto porque le gustaba toda la música, viajando siempre en primera clase en el vagón del flamenco. Enrique abrió muchas puertas porque viajó a muchos mundos musicales a por las llaves. Tenía una afición desmesurada como Camarón, su gran amigo. Destacaría lo aficionado que fue a la guitarra; no fue un cantaor de una guitarra, le pidió a mucha gente que lo acompañara, desde los grandes maestros (Sabicas por ejemplo) hasta los guitarristas jóvenes que iban saliendo. Una persona y un cantaor que siempre estarán en mí muy presente y de una forma muy muy especial. Como cantaor, uno de mis ídolos y como persona se me caen las lágrimas. Daría algo por tener sus botas de cowboy. Un genio más granaíno que una salaílla. Me duele a día de hoy, después de diez años, hablar de Enrique. A éste si tuve la suerte de tenerlo y vivirlo».
«Era tan grande que se consideraba y te consideraba uno más con quien estuviese y donde estuviese»
Pedro Gabarre Popo: «Morente, para mí, supone todo en mi vida artística. Fue la persona que me enseñó todo en los escenarios y en la vida; un motivador fuera de lo normal. Para mí el genio del flamenco y para el flamenco supuso el romper cadenas, romper con lo tradicional sin dañar lo tradicional, un catapultador de la libertad de expresión en la música y en la vida. Séneca de todo (Risas). Con él he vivido las experiencias más grandes de mi vida profesional. Y buena persona al máximo».
«Para el flamenco supuso el romper cadenas, romper con lo tradicional sin dañar lo tradicional»
Juan Ramón Caro: «Mi relación con el maestro Morente viene desde antes de yo nacer. A principios de los 70, se fundó una peña flamenca en su nombre y mi padre fue su presidente. Siempre que venía a Barcelona, mi familia procuraba ir a verlo y disfrutar de su persona. Con los años, se fue creando un vínculo de amistad que perduró en el tiempo. Cuando me planteo grabar mi primer disco, pensé en él para que cantara en la siguiriya Chicago. Se lo propuse y le hizo muchísima ilusión. Me dijo que lo que yo necesitara, que contara con él. Cantó de una manera sobrenatural que no se puede explicar. Para mí, fue un honor contar con su presencia en mi primer disco y cada vez que lo escucho me sigue emocionando como el primer día. Era una excelente persona, amigo de sus amigos, y su pérdida provocó un vacío irreparable en todos los que le apreciábamos y queríamos de corazón.
Para el flamenco, hay un antes y un después del maestro Enrique Morente. Partiendo de su conocimiento amplio y exhaustivo de la raíz, como demostró en sus primeras grabaciones, su espíritu inquieto le llevó a explorar nuevos caminos. Todavía hay quien no lo comprende, pero posee una amplia discografía que está por analizar en profundidad. Es un manantial que sigue aportando, día tras día, un río de inspiración para todo aquel que quiera beber de él».
«Es un manantial que sigue aportando, día tras día, un río de inspiración para todo aquel que quiera beber de él»
David Palomar: «Morente ha sido una inspiración, un referente, un visionario, un sabio, un gurú, una de las personas que ha encumbrado al flamenco culturalmente colocándolo al lado de la cultura, la sabiduría y la intelectualidad. Un día en una entrevista le escuche decir estas declaraciones: «El flamenco siempre tiene que estar al lado del conocimiento y fuera de toda bufonería». Que cada uno haga su lectura.
Para el flamenco, ha sido un creador, siempre en la continua búsqueda, estudiando a clásicos y cantando a poetas como Miguel Hernández, Federico García Lorca o Leonard Cohen, entre otros. Él demostró que la fusión del flamenco con otras músicas es posible sin perder sabor y autenticidad: voces búlgaras, thrash metal e incluso bases electrónicas. En mi opinión, es el último creador que hemos tenido. Yo tuve una experiencia súper bonita mientras mezclaba en el pueblo de Peligros (Granada), en Producciones Peligrosas, mi primer disco ‘Trimilenaria‘ con Mario Alberni de Kaleta Récords. El técnico del estudio de Peligros era el ingeniero en ese momento del disco ‘Pablo de Malaga’, de Morente. Y entonces compartió con nosotros en absoluta exclusiva el Guern- Irak, haciéndonos jurar que no diríamos nada. Yo me quedé flipado, no daba crédito y dije en voz alta: «Yo tengo que ser igual de libre que este hombre algún día… Y en eso estamos todavía».
«Ha sido una inspiración, un referente, un visionario, un sabio, un gurú, una de las personas que ha encumbrado al flamenco culturalmente»
Argentina: «Enrique significa mucho para mí, muchísimo, incluso me atrevería a decir que gracias a su cante el flamenco me dio en el corazón y ya no he podido dejarlo. Pertenecí a un grupo de cinco niñas llamado ‘Cané’ y en nuestro primer disco me asignan unos fandangos de Enrique, llamados ‘Gacela del Amor imprevisto’. Desde la primera vez que lo escuché me enamoré de su voz, de su cante, de su intención. Le he oído a algunos aficionados que no entienden el cante de Enrique Morente. Yo lo entendí desde la primera vez que lo oí; desde ese día me siento morentiana. Adoro toda su obra discográfica, es un legado maravilloso el que nos ha dejado.
Yo no tuve muchas oportunidades de estar con él todo lo que me hubiese gustado, pero lo poquito que estuve lo llevaré siempre en el corazón.
No olvidaré aquel único encuentro con él en el 44 Festival Flamenco de Almería de 2010. Él cantaba el día 23 y yo al día siguiente, así que fuimos a verlo cantar y ésa fue la única vez que pude conocerlo y hablar con él desde cerca y sus palabras hacia mí fueron: «Argentina sigue cantando así, lo haces muy bien». Me dijo que no dejara de grabar discos. Me quedo con su apoyo a los jóvenes siempre, su inmensa afición, el respeto a sus compañeros, un cantaor fiel a su idea sobre este arte, muy valiente en todo momento de su carrera, ante lo que dijeran; un ser muy inteligente teniendo claro a dónde quería llegar y qué quería decir. Grande pero sencillamente humilde, al cual seguimos echando mucho de menos.
Para el flamenco, fue uno de los grandes cantaores, junto con Camarón y El Lebrijano, que revolucionaron el flamenco, y pilar fundamental de este arte por su gran personalidad y su afición ilimitada que lo llevaron a mezclar la tradición con la vanguardia y que sin duda dejó huella en este arte. Siempre demostró admiración y respeto al flamenco, como así plasmó en su discografía. Morente es una escuela muy definida, que va a quedar en la historia. Se hizo a sí mismo, creó y creó, siempre estaba buscando con una base de flamenco tradicional asimilada e interiorizada brutal, que le sirvió para tener profundos conocimientos para su creación artística. Él estaba en constante evolución. Enorme amante de la música en general, con una sabiduría cultural maravillosa, porque se preocupó de ello. Siempre le dio el sitio a todo el mundo, y a mí me demostró su gran humildad y grandeza. Si ya es inmensamente grande ahora, con el paso de los años, el mito se agigantará mucho más. Gracias Enrique por todo. Te queremos».
«Es un pilar fundamental de este arte por su gran personalidad y su afición ilimitada que lo llevaron a mezclar la tradición con la vanguardia»
Juan Pinilla: «Enrique fue aquel genio, aquel maestro cercano, palpable, humano, demasiado humano como decía el filósofo. Una inspiración andante que nos encontrábamos por la calle, rodeado siempre de amigos, tan sencillo y elegante en las formas, tan caballeroso, que enseñaba de cante, por supuesto, pero también de filosofía, de vida, de amistad. Para el flamenco ha sido la constatación de la vitalidad absoluta del género. Enrique demostró que sobre la base del conocimiento se puede elevar al cante a categorías celestiales. Su oído privilegiado dio uno de los últimos impulsos del siglo XX para sentar las bases de la música jonda del siglo XXI».
«Enrique demostró que sobre la base del conocimiento se puede elevar al cante a categorías celestiales»
Paco Vargas: «Los mejores años de nuestra amistad coincidieron con el afianzamiento definitivo de su carrera artística. Fue el período transcurrido desde el inicio de los años noventa del siglo XX hasta su muerte. Fueron muchos años vividos con gran intensidad en los que siempre antepuse la amistad a cualquier otra consideración. Desde el principio hubo química entre los dos no exenta de desencuentros, propiciados sin duda por nuestra forma de ser tan parecida en el fondo. «Tú eres quien mejor me conoce», me dijo una noche en el bar La Tertulia. Y es verdad que lo conocía bien (cuando él se dejaba conocer, que no era siempre), aunque no creo que fuera el que mejor lo conocía; quizá sí con más desapasionamiento y por lo tanto más objetivamente.
Precisamente, fue gracias a ‘Macama Jonda‘, que estuvo varios días de 1983 en el Teatro Romea de Barcelona, como conocí a Enrique Morente. La obra, que gira en torno al amor y posterior boda entre un gitano del Sacromonte y una mora de Tetuán, estaba interpretada, entre otros, por Mariquilla, Antonia La Negra, Checkara, Enrique Morente, Luís Heredia El Polaco y Jaime Heredia El Parrón, y obtuvo un gran éxito de crítica y público los días que estuvo en cartelera. Después de tantos años, no recuerdo con exactitud de lo que hablamos pero seguramente fue de flamenco. Para mí era una ocasión de oro para hablar de lo que ya me apasionaba con un cantaor al que conocía poco pero al que ya admiraba por su rebeldía frente a lo establecido, característica común que nos unió hasta su muerte, aunque a veces nos distanciara.
«Nos encontramos también ante un artista “maldito” -por incomprendido- entre las sensibilidades más conservadoras del flamenco»
Enrique Morente fue el pionero, el iniciador de las apuestas más arriesgadas en el cante flamenco de cincuenta años para acá. Morente es historia, esencia y creación. Es corazón y cabeza, ortodoxia y heterodoxia, tradición y evolución, sol que abrasa y nieve que ciega, parvulario y aula magna, prosa y poesía, prosaico día y encantadora noche, hoja perenne y flor de un día. Salía y remate de un mismo cante que nace y muere con él. Estamos, pues, ante un artista completo que, para dar salida a sus más íntimos sentimientos, eligió el arte flamenco porque nació flamenco. En él se dan, más que en ningún otro, personalidad, creatividad y compromiso con su obra y con su tiempo. Amén de unas cualidades para interpretar el cante, que hoy nadie, con conocimiento de causa, se atreve a poner en tela de juicio. Pero nos encontramos también ante un artista “maldito” -por incomprendido- entre las sensibilidades más conservadoras del flamenco; aunque creo que eso no hace sino confirmar la tesis -compartida con el propio Enrique– que sostiene que, sin apartarse de la raíz, el flamenco tiene que evolucionar a golpes de cambio para que haya sorpresa, porque sin ella no hay arte, ni bueno ni malo, no hay nada. El artista que no sorprende no merece tal nombre. Así ocurre con todos los genios. Muy pocos a esa edad, en plena madurez artística, han sido capaces de sugerir e imponer una forma de cantar que cuenta con numerosos seguidores -algunos de reconocida valía y fama- tal que, sin estridentes exageraciones ni falsos halagos, podamos hablar de una escuela cantaora con estética propia, cuyo líder indiscutible se llamaba y se llama Enrique Morente. Ya inmortal».
«Podemos hablar de una escuela cantaora con estética propia, cuyo líder indiscutible se llamaba y se llama Enrique Morente. Ya inmortal»
Ramón Soler: «El cante de Enrique Morente ha sido para mí a la vez un disfrute y un reto. Disfrute por la calidad de su cante y la calidez de una voz que se ceñía en un principio a los patrones clásicos de sus maestros (Chacón, los Pavón, Matrona, Varea, Bernardo el de los Lobitos, Rafael Romero, Mairena), y un reto porque sus posteriores propuestas eran arriesgadas para la época y suponían un estímulo para mis sentidos. Lo escuché varias veces en teatros y tuve la suerte de compartir una fiesta en Málaga con él en la que pude comprobar que era un aficionado extraordinario, un artista ajeno a todo divismo, que gozaba con el arte de otros por muy alejados que estuvieran de su propia estética.
«Era un aficionado extraordinario, un artista ajeno a todo divismo, que gozaba con el arte de otros»
Para el flamenco, Morente demuestra que la inteligencia en el arte es fundamental. Él recogió la herencia de sus mayores y creó unas nuevas formas guiado por su intuición, afición e inteligencia. En una época en la que había cantaores inmensos era consciente de que no podía seguir la senda que ellos habían trazado: era difícil igualar la maestría de Mairena o Fosforito, el compás y la gracia de Chano o El Lebrijano, el eco de Chocolate o Agujetas, el duende de Fernanda o el carisma misterioso de Camarón. Por eso soltó amarras y dejó volar sus inquietudes. Ahí fue fundamental el faro del gran proscrito del neoclasicismo jondo, Pepe Marchena. Sin caer nunca en la imitación se percató de que su futuro estaba también, como en Marchena, en una libertad sustentada en los cimientos de lo que había vivido y escuchado. Ahí nació el Morente compositor, el que era capaz de tomar un poema de autor y crear formas inéditas de gran calidad. Ante un texto escrito previamente era capaz de eludir el vértigo que suponía el pentagrama en blanco que estaba en su mente para parir melodías en compás de tangos, bulerías, fandangos o tarantas que forman ya parte del canon flamenco. Y siempre con un respeto escrupuloso, reverencial, hacia la palabra: el cómo y el qué se canta como un todo indisoluble».
«Recogió la herencia de sus mayores y creó unas nuevas formas guiado por su intuición, afición e inteligencia»
Paco Paredes: «Para mí, Enrique supuso el valor de enriquecimiento del artista y la persona. Enrique abatió todas las barreras que yo mismo me ponía distanciando al amigo del artista universal. El cariño, la amistad los cultivó mostrando que era alguien único, muy especial. Me sorprendía que constantemente se interesaba por lo que humildemente pudiéramos enseñarle; siendo un artista universal, se adentraba en tu mundo y te hacía sentir que eras realmente importante para él. Aprendía y absorbía todo cuanto pudieras aportar, pero, sobre todo sin pretenderlo, te daba una lección de amor, respeto y humildad hacía la vida y hacia su enormes valores humanos. Si tuviera que decir que lo adoraba y lo adoro, seguramente me quedaría muy corto. Enrique me enseñó a vivir en libertad valorando al ser humano muy por encima del genio. Algo impensable para mí.
En el mundo del flamenco, Enrique es uno de esos artistas cruciales que, contra viento y marea, estaba predestinado para abrir nuevos mundos y conceptos, con un cariño absoluto hacia todo lo que existía y se creaba o lo que suponía una gran verdad, nacido de la inquietud humana del artista. Sin duda, el mejor aficionado que yo he llegado a conocer. Para mÍ, el Silverio o el Antonio Chacón de nuestra época, nutriéndose y respetando todas las concepciones existentes, pero a la vez, dando rienda suelta a su forma de fluir y de sentir. Era y es maestro de tus propias formas personales, sin imponer a los demás su forma de sentir. (Tendría mil ejemplos que decir que tuve la suerte de vivir) Yo no podría imaginarme el flamenco del presente y del futuro sin la presencia de Enrique Morente«.
Antonio Barberán: «Enrique ha sido el más joven maestro de flamenco que yo he conocido. Con un amplio sentido de la ortodoxia, personalidad propia inconfundible y formado con los más antiguos y sabios maestros del Tablao Zambra. Esta ortodoxia la practica Enrique en plena época madrileña de Camarón, Panseco, Turronero, Juan Villar, Chiquetete, etc. Todos ellos muy bien comandados por Paco Cepero y en plena época creadora de estilos de bulerías, tangos y también de fandangos. Contaba Manuel Monge que su hermano José invitó a la fragua y después a comer en San Fernando a Enrique. Manuel se puso a cantar mientras cocinaba pescado y cuando terminó le preguntó qué era aquello que había cantado, contestándole el Monge mayor una caña por bulerías enseñada por su madre Juana. Una rara avis que llamó la atención del maestro, que a buen seguro en algún momento intentaría reproducir y que endosaría a su buen saber.
Para el flamenco, un maestro de lo jondo, excepcional cantaor de pellizco… fiel a los fundamentos del cante, pero innovador absoluto, sin necesidad de salirse de la senda jonda, pues supo abrirse al diálogo con otras músicas tradicionales que supo incorporar al flamenco. Encomiable su preocupación por introducir la literatura española en sus creaciones».
«Un maestro de lo jondo, excepcional cantaor de pellizco… fiel a los fundamentos del cante, pero innovador absoluto»
José Carbonell Montoyita: «Enrique Morente supuso para mí algo nuevo; su persona me abrió las puertas de un mundo que yo desconocía. A pesar de que yo venía de una familia de guitarristas y generaciones vinculadas al flamenco, la personalidad de Enrique me descubrió el mundo de la literatura y la poesía, y me despertó mi interés por la cultura y el mundo de la creación. Mis vivencias junto al genio fueron tan especiales como definitivamente inolvidables.
Como dice mi amigo el poeta Aitor Contreras: «Enrique Morente es al flamenco como el agua al ser humano». Morente creó una escuela propia; su legado, nacido del estudio y el conocimiento del flamenco, fue desarrollado posteriormente a lo largo de su obra. Innovó, creó y fue capaz de aportar a nuestro arte un sello inconfundible, repleto de matices y colores desconocidos hasta entonces. Decir Morente es decir flamenco».
«Innovó, creó y fue capaz de aportar a nuestro arte un sello inconfundible, repleto de matices y colores desconocidos hasta entonces»
Gregorio Valderrama: «Los años setenta, pese a ser los años más duros de la flamencología más exacerbada y pretenciosamente ortodoxa, vieron brotar de su cantera joven y de solera, una serie de artistas que venían destinados a abrir el flamenco a empresas más modernas, a expandir el arte flamenco por el mundo entero. Savia nueva. Ideas nuevas, para un tiempo nuevo y una sociedad nueva. Fueron varios los artífices de esta nueva tendencia, aunque creo que hubo cuatro que lideraron este gran movimiento de libertad creativa en el flamenco desde la más rancia tradición. Estos bohemios del flamenco fueron: Juan Peña Lebrijano, Manuel Molina, Enrique Morente y Camarón de la Isla. Cuatro ideas, cuatro herramientas, cuatro rivales, cuatro historias singulares y cuatro artistas de los que dejan huella. Son para nuestro tiempo lo que fueron los Manuel Molina, Frijones, Curro Dulce o Lorente del siglo XIX. Referentes y piezas de museo donde aprender la grandeza del arte flamenco. Cada uno de ellos supo sacar el mejor partido al artista creativo que llevaba dentro. Corrían otros tiempos para aquellos flamencos que también se emocionaban con los Beatles, Los Rolling, o Aretha Franklin. El flamenco; su flamenco era tan poderoso que supo acoger en su seno y en su alma la modernidad que venía de fuera dispuesta a sentar bandera para siempre. Cualquiera de ellos merece el reconocimiento que la afición le premió en vida. Hoy es un recuerdo a Enrique Morente, justísimo merecedor de los laureles que su trayectoria logró con lo que más le gustaba del mundo: cantar lo que quería y lo que sentía».
«Lideraron este gran movimiento de libertad creativa en el flamenco. Estos bohemios fueron: Lebrijano, Manuel Molina, Morente y Camarón»
Virginia Gámez: «Para mí, supuso una enseñanza de las grandes, al igual que Camarón, le dió alas al flamenco, y su voz y su corazón sobrepasó todas las fronteras y límites para llegar a las almas del mundo. Y para el flamenco, señorío, alma, libertad, elegancia, saber estar, en resumen, todo».
«Para el flamenco, supuso señorío, alma, libertad, elegancia, saber estar, en resumen, todo»
Laura Vital: «Morente, para mí, es uno de los grandes transgresores de la historia del flamenco, con una impronta personal y única y una creatividad desbordante. Creo que Enrique es la libertad. En él se refleja la innovación desde el conocimiento de las fuentes. Un genio que pasará mucho tiempo para que vuelva a nacer otro como él».
Ismael Tamayo: «Morente, otro gran innovador de nuestro arte. Yo que siempre he escuchado varios estilos musicales, entre ellos el heavy, rock, etc., cuando escuché ‘Omega’, de Morente y Lagartija Nick, me pegó un subidón espectacular y empecé a escucharlo más a fondo. De hecho, gracias a Morente investigué a otros grandes cantaores de la historia. Pienso que como otros grandes artistas innovadores de esa época, abrió el flamenco a otras armonías y abrió puertas a otros estilos musicales. I love Enrique Morente«.
Sebastián Fuentes:»Al principio, lo escuché mucho. Es uno de los cantaores que mejor ha cantado los cantes de Chacón. Para mí, un maestro, y un referente para muchos aficionados. Un innovador, creo que ha sido importante para el flamenco».
Foto de portada: Paco Manzano
2 Comments
Enrique Morente para mí fue uno de los más grandes cantaores de flamenco e innovador. Punto.
Escuché a Morente por primera vez en Málaga.
J.L.GOMEZ MONTO EDIPO REY Y EN EL TEATRO ROMANO DE MALAGA EN VIVO CANTÓ Y ME SORPRENDIÓ Y ME ENCANTÓ GRATAMENTE. LO RECUERDO JOVENCÍSIMO EN COMPAÑÍA DE SU MEJER.
Y TAMBIEN RECUERDO A MUCHOS INAMOVIBLES QUE LE NEGARON EL PAN EN PEÑAS FLAMENCAS…
LA CERRAZÓN NO ES BUENA POSTURA.
Y AHORA SON TODO HALAGOS.
MORENTE, CAMARÓN Y LEBRIJANO ABRIERON PUERTAS MUY CERRADAS EN EL ARTE FLAMENCO.
DIFICILÍSIMO EVOLUCIONAR CON CALIDAD.
AHÍ ESTÁN SUS OBRAS.