La historia de Alberto Martín es la de un guitarrero, como a él le gusta que se le denomine, hecho a sí mismo, que construye guitarras con alma. Todo empezó un día en que la guitarra con la que pretendía aprender a tocar, que sus padres tenían en el bar que regentaban, se abrió de un golpe. «La desmonte, quedé atrapado y quise saber por qué», rememora. Tenía doce años.
Trabajó en una carpintería para aprender todo lo relacionado con el mundo de la madera y, además, Chico Chacón, hijo del luthier malagueño José Ángel Chacón, le recomendó un libro que le proporcionó la base sobre cómo fabricar una guitarra. Así, de forma autodidacta, inició su andadura en el gremio en 2001 y ya con plena dedicación en 2007.
«Siempre fue mi ilusión, pero hay un camino largo hasta que puedes materializarlo. Hubo un punto de inflexión, de lo hago o no lo hago, y me tiré al barro, a perseguir mis sueños», asegura, al tiempo que reconoce que no lo tuvo fácil: «Hay una competencia brutal. Todo el mundo se dirige a las familias consolidadas, por lo que tienes que demostrar mucho; que el instrumento es válido y hacerlo de forma excelente. No puedes bajar de bueno, de ahí hacia arriba». Y abunda en esta idea: «Se trata de abrirte un hueco en un mercado difícil. No todo el mundo se compra un buen traje a medida».
El guitarrero marbellí aclara que no existe diferencia alguna, como pudiera pensarse, entre una guitarra clásica de concierto y una flamenca: «Es un esnobismo. ¿Quién paga la guitarra de palosanto, más cara? Quien tiene más poder adquisitivo, el de clásico. El ciprés, más popular, es para el flamenco. Paco de Lucía rompe los esquemas y llevaba guitarra de palosanto (guitarra negra, en el argot)”.
Por tanto, para aros y fondos, las maderas (todas ellas de primera calidad) que más utiliza son el palosanto y el ciprés; para tapas, abeto y cedro de Canadá; para mangos (o mástil), cedro hondureño; para el diapasón, ébano; y para los acabados, barniz sintético o goma laca.
Martín fabrica de forma totalmente artesanal (cuenta con el distintivo de Andalucía, Calidad Artesanal, que concede la Junta) guitarras españolas (de concierto o flamencas), acústicas e incluso eléctricas; y repara y restaura todo tipo de instrumentos de cuerda pulsada o de arco, desde un guitarrón de México a un arpa paraguaya pasando por una guitarra centenaria de 1918.
Al ser un proceso artesanal y la materia prima (la madera) totalmente natural, no fabrica dos instrumentos iguales: “Cada guitarra es única, tiene su forma de ser. Llevan una línea, porque el padre es el mismo (como ocurre con mis hijos), pero cada una tiene su forma de ser. La madera es algo vivo y natural y las condiciones en las que se ha creado le dan un alma. Luego el guitarrista va moldeando también el sonido del instrumento”.
En este sentido, se trata de guitarras personalizadas, “la mayor diferencia del instrumento. Primero hay que conocer al cliente, verlo tocar, su pulsación. Ecualizo la tapa, que es el corazón del instrumento, con más graves o más agudos, qué equilibrio quieres. Realizo una especie de modificación genética para obtener el resultado final”.
Este proceso de fabricación suele llevarle, como media y dependiendo de los requerimientos, un mes y medio. Posteriormente, sus creaciones viajan en un setenta por ciento al extranjero (Francia principalmente, aunque también a EEUU, Alemania o Japón) y un treinta por ciento al mercado nacional.
La puerta del mercado francés se le abrió gracias a Isabel, ya fallecida, que emigró a Francia desde Fuenteovejuna, y que antes trabajó en una tienda de guitarras en Madrid. Esta experiencia le permitió abrir La Guitarrería de París, lugar por el que han pasado los más grandes, incluido el mismísimo Paco de Lucía, que, según relata Martín, le pedía consejo a ella sobre qué comprarle a su mujer. “Ella me introdujo allí. La conocí a través de Carlos González, constructor de guitarras asturiano afincado en Aguadulce (Almería)”.
Una vez superada la crisis económica, “actualmente, se trabaja. Hemos tenido años regulares. Además, fuera, con el terrorismo, el cliente se retraía a la hora de gastar su dinero, pero ahora se está relanzando gracias a la labor de los artistas”.
Entre sus clientes, se cuentan artistas como el guitarrista esteponero Paco Javier Jimeno, Bordón Minero en el Festival de Cante de las Minas de La Unión y primer premio en el Concurso Nacional de Córdoba; y Antonio Cortés, hijo de la cantaora Montse Cortés.
Guitarrería Alberto Martín Ramos Calle Juan Breva, Local 14 29601 Marbella (Málaga) http://www.albertomartinluthier.com guitarreria.albertomartin@gmail.com Tlf: 620147751