El flamenquísimo eco de Antonio Carmona Gómez, Antonio El Rubio para el flamenco, se apagó ayer a los 93 años a causa del Covid-19.
El cantaor linense grabó en 2020, a punto de cumplir 92 años, ‘Sigo siendo’ (El Flamenco Vive), disco producido por Israel Fernández, que junto a otros artistas de fuste (Pepe Habichuela, Vicente Amigo, Parrita, Duquende, Guadiana, Sorderita, Farruquito, Diego del Morao, Manuel Parrilla, Paquete, Josemi Carmona, Diego Amador, La Fabi y Mari Vizárraga, entre otros) quisieron así homenajearlo.
Artista de artistas, si bien se trasladó de La Línea que lo vio nacer al Madrid de la efervescencia de los tablaos, prefirió no dedicarse profesionalmente a este difícil arte eligiendo la profesión de anticuario y relegando su cante a la intimidad del núcleo familiar y a las reuniones de amigos. Admirado por La Niña de Los Peines, y Camarón, que lo visitó con frecuencia y al que influyó por fandangos; Lola Flores, El Pescaílla, Pansequito y Manuela Carrasco solían visitar tras sus actuaciones el Vivero a las afueras de Madrid donde vivía para escucharlo cantar.
«¿Y qué caracteriza a su música?», se pregunta Carlos Martín Ballester, presidente del Círculo Flamenco de Madrid y erudito de este arte en el libreto del álbum ‘Sigo siendo’. Interrogante al que da cumplida respuesta: «Para empezar, una expresividad fuera de toda duda, de estilo raramente vinculado al Campo de Gibraltar a pesar del largo tiempo alejado de su tierra, influido en sus inicios por el cante —entre otros— de Antonio de la Calzá, pero aportando una musicalidad y sensibilidad propias, especialmente por fandangos, cante en el que vertió toda su creatividad y elevó a otra dimensión. También destaca su naturalidad en el decir el cante, esa sorprendente capacidad de cantar como una natural proyección del habla, sin imposturas. Sus letras, que nos hablan de amores, de familia, de la naturaleza, del dolor… rezuman belleza, dignidad y austeridad, y son otra de sus singularidades».
Foto de portada: Carlos Reverte Rufo
