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Torre del Cante, un fin de fiesta que vale un potosí

XLVII Festival Torre del Cante. Segunda noche. Cante: Francisco Heredia, Juanfra Carrasco, Antonia Contreras y Ezequiel Benítez. Guitarra: Ismael Rueda, Rubén Lara, Juan Ramón Caro y Paco León. Palmas: Tate y Cepa Núñez. Baile: Farruquito y su cuadro: Cante: Mari Vizárraga, Ezequiel Chanito e Ismael de la Rosa Bolita; Guitarra: Antonio Santiago Ñoño; Percusión: Paco Vega. Lugar: Finca El Portón de Alhaurín de la Torre (Málaga). Día: Sábado, 19 de junio de 2021. Aforo: Lleno.

La segunda jornada del XLVII Festival Torre del Cante de Alhaurín de la Torre deparó otra noche de arte y emociones. Como en el caso del día anterior, la magia de lo inesperado apareció al final, con un fin de fiesta que vale un potosí.

Francisco Heredia, ganador de la última edición del Concurso Mirando a la Torre, abrió por malagueñas de El Mellizo, acompañado por Ismael Rueda, solvente al toque. Prosigue por soleá, con enjundia y pellizco, y por tientos-tangos, evocando a Morente en los primeros. Dijo adiós el linarense por fandangos, en homenaje a Caracol el primero y de Pepe Pinto en la despedida.

Juanfra Carrasco, con Rubén Lara a la guitarra y Tate y Cepa Núñez al compás, principia por soleá, ensolerado pese a su juventud y personalísimo. «Voy a dar mi corazón porque para mí es un regalazo estar aquí después del tiempo que hemos pasado en la casa», expone el extremeño antes de arrostrar los tangos de su tierra y de Pastora, que le dedica al cantaor malagueño Canito. Por bulerías, soniquetazo marca de la casa. Gusta, se gusta y transmite. Le piden «Déjame que bese tus labios de amapola, ahora que no hay nadie, ahora que estás sola…» de Flores El Gaditano. Y la concede. Se despide por fandangos naturales.

Antonia Contreras, arropada por su pareja artística y vital, el maestro Juan Ramón Caro, a la sonanta y Rosa Linero y Vanessa Fernández a las palmas, abre por malagueñas de El Canario, con maestría y sapiencia, y las remata por abandolaos. «Qué emoción más grande este reencuentro con el público», señala la cantaora aloreña, Lámpara Minera en 2016, que se mete al respetable en el bolsillo desde el inicio. Continúa por alegrías y farruca, que remata por tangos, con elegancia y sensibilidad. Le dedica la soleá, en la que pellizca en el remate, a Paco Acosta, «el poeta de Alhaurín, aunque nació en el barrio de la Trinidad de Málaga y cuyas letras por mineras interpreté cuando gané la Lámpara Minera en La Unión». Se muestra profundísima por seguiriyas, que engarza, ya en la despedida, con bulerías.

Ezequiel Benítez, con Paco León al toque, abre por tientos. Ambos tienen la particularidad de sonar añejos y frescos a un tiempo. Se suman Tate y Cepa Núñez al compás en la soleá. Momento álgido, donde pellizca y transmite casi sin pretenderlo. Por fandangos, que le dedica al respetable y a Rancapino, el público enhiesto le aplaude a rabiar y le pide más… Les concede otro antes de cantar por bulerías letras sabías e hilarantes de su autoría. Se marcha entre los aplausos de una afición enfervorecida.

Por su parte, Rancapino Chico, que actuó el día anterior, vuelve al escenario de la Finca El Portón para agradecer nuevamente el homenaje a su padre. «No tengo palabras para agradecer lo que han hecho con mi padre», asegura. Le piden que cante y lo hace por fandangos.

Y la guinda la puso Farruquito, con su baile de raza y estirpe, que entra muy lentamente al escenario arropado por su cuadro (Mari Vizárraga, Ezequiel Chanito e Ismael de la Rosa Bolita, al cante; Antonio Santiago Ñoño, a la sonanta; y Paco Vega, a la percusión), por soleá. Arranca los oles del respetable en cada desplante. Los vellos como escarpias. Se le ve sumamente a gusto y lo transmite. Por momentos, se desboca y provoca el delirio en los presentes. Su cuadro le concede un descanso con Mari Vizárraga, flamenquísima, por tangos. Vuelve el nieto de Farruco, con Ezequiel Chanito e Ismael de la Rosa Bolita al cante, por alegrías, con mando en plaza. En un momento dado, Vizárraga le canta por bulerías mientras él baila sentado y enhiesto después. Sorpresivamente, entra en escena su hijo El Moreno, que baila solo primero y a dúo con él a continuación. Con sólo ocho años emula a su padre a la perfección. Hay relevo.

Farruquito lanza un mensaje de optimismo: «La situación es difícil pero el flamenco tiene algo maravilloso, que basta con emocionarnos y emocionar». Y llama a los demás artistas para un fin de fiesta por bulerías, en el que él toca la guitarra junto a Paco León. Se van sucediendo cantes y pataítas de arte, como la de Ezequiel Benítez con Vanesa Fernández, Juanfra Carrasco le canta al baile de El Moreno; Rosa Linero canta y baila… Y se produce la imagen de la noche, Rancapino Chico canta con Farruquito al baile. Momento estelar con el que se cerró un Festival para el recuerdo.

Fotos: Ela-Anastasia Péretz.

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