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Actulizado 1:01 AM UTC, Apr 24, 2024

Manuela Carrasco detiene el tiempo por soleá en la Bienal de Málaga

VI Bienal de Flamenco de Málaga. ‘Esencia flamenca’. Baile: Manuela Carrasco, Pepe Torres y El Choro. Cante: El Pulga, Ezequiel Montoya, Johnny y Zamara Carrasco. Guitarra: Joaquín Amador, Luis Amador y Eugenio Amador. Percusión y compás: José Carrasco. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Martes, 25 de junio de 2019. Aforo: Casi lleno.

Sólo los grandes del flamenco acaban uniendo su nombre a algún palo y el de Manuela Carrasco está indisolublemente ligado a la soleá. El pasado martes, detuvo el tiempo con sus brazos en la Bienal de Málaga. Los flamencos malagueños (bailaores, cantaores y guitarristas, con La Cañeta y Carrete como cabezas visibles) acudieron mayoritariamente a la cita con la diosa de Triana y ésta no les defraudó, ni a ellos ni al resto del público congregado para la ocasión en el Teatro Cervantes.

Abrió el fuego El Choro por martinetes. El onubense baila en una losa con su destreza habitual. Se le une Pepe Torres, enorme también, y conforman un dúo espectacular. Dos grandes bailaores que hacían presagiar una noche memorable.


Manuela hace su aparición, brazos en alto y con mantón. Pellizca con su elegante braceo y su taconeo de arte por tarantos. Se despide con el mantón a modo de capote.

Vuelve Pepe Torres por alegrías. Nieto de Joselero de Morón y sobrino nieto de Diego del Gastor, es un bailaor de arte e inspiración, ora grácil, ora contundente, según lo requiera la ocasión.

Zamara Carrasco, hija de Manuela y de Joaquín Amador, que la acompaña al toque, deja constancia de sus hechuras como cantaora, con mucha fuerza, por tientos-tangos, guiño a Málaga incluido en los de La Repompa, pataíta de arte incluida. De casta le viene al galgo…

La trianera, de rojo pasión, vuelve por bulerías, con sus remates verticales, orientada hacia el cielo. Es consciente de su grandeza, única e irrepetible.

Turno de nuevo para El Choro por tangos, en los que exhibe sus dotes de mando en plaza.

El cuadro interpreta unos abandolaos, en otro guiño a la tierra que pisan, en lugar de los fandangos naturales anunciados en el programa.

Y llega el momento culmen, tan esperado, la soleá de Manuela Carrasco, con los brazos en alto y su braceo inigualable. Se para el tiempo. Los vellos como escarpias. Se recrea en su grandeza. Le erige un monumento a este palo; para, templa y manda. Apoteósica. El público, conmovido, la despide enhiesto y con una calurosa ovación. Baja el telón mientras baila.

Aún habría lugar para un fin de fiesta por bulerías, en el que bailan El Choro, Pepe Torres, Zamara Carrasco y Manuela, que pone la guinda a una noche memorable.

Fotos: Pellizco Flamenco y Bienal de Málaga.
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