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La noche mágica de Marina Heredia

Marina Heredia y Jaime El Parrón Málaga 18-7-15

IV Bienal de Arte Flamenco de Málaga 2015. ‘Las Noches del Castillo’. Cante: Marina Heredia y Jaime El Parrón. Guitarra: Miguel Ángel Cortés y Diego del Morao. Palmas y coros: Jara Heredia y Anabel Rivera. Percusión: Paco Vega. Lugar: Castillo de Gibralfaro (Málaga). Día: Sábado, 18 de julio de 2015. Aforo: Casi lleno.

Marina Heredia es uno de los referentes del cante granadino actual y así lo demostró al presentar en Málaga su espectáculo ‘Garnata’ (Granada para los árabes), que estrenara en la pasada Bienal de Sevilla, en lo que resultó, como ella misma previó, “una noche mágica” en un entorno, el del castillo de Gibralfaro, con mucho encanto.

Heredia es heredera de una tradición cantaora que tuvo su génesis en las cuevas del Sacromonte granadino y no ha olvidado sus raíces, que reivindica siempre que puede. En esta ocasión, no iba a ser menos y se hizo acompañar por su padre, Jaime El Parrón, que abrió por tonás, dejándose la voz y el alma. De la crudeza y el desgarro a la dulzura de Marina Heredia, que embelesó al respetable desde el primer melisma.

La granaína sonó en su voz como un bálsamo para las heridas del alma. Miguel Ángel Cortés, con su maestría habitual, le correspondió con una maravillosa falseta. En la caña, se incorporan Diego del Morao, a la guitarra; Paco Vega, a la percusión; y Jara Heredia y Anabel Rivera, en las palmas y coros. Heredia sacó su furia interior y su casta mientras Cortés y Morao protagonizaban un bonito duelo de sonantas.

El Parrón volvió a conmover a los presentes con su quejío por seguiriyas, preludio de un bonito mano a mano con su hija por soleá, en un emocionado contraste de voces y formas de decir el cante. Momento álgido. La anécdota del recital fue la rotura de la falda de Heredia, que volvió por malagueñas (de Chacón y el Maestro Ojana) rematadas con abandolaos.

Prosiguió la granadina con unos deliciosos cuplés por bulerías evocando a Adela La Chaqueta, “artista de artistas, de esos artistas en los que nos miramos”. Diego del Morao, excelso, estaba en su salsa, gustándose. En los tangos de su tierra, Cortés le puso el sabor antes de que dijera adiós por bulerías recordando a Camarón, primero, y poniendo la guinda después con Un compromiso y Se nos rompió el amor. Difícil no emocionarse.

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