Festival Terral 2018. ‘Gritó pelao’. Idea original, coreografía y baile: Rocío Molina. Voz: Silvia Pérez Cruz. Danza: Lola Cruz. Guitarra: Eduardo Trassierra. Violín: Carlos Montfort. Compás: José Manuel Ramos ‘Oruco’. Electrónica: Carlos Gárate. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Martes, 7 de agosto de 2018. Aforo: Lleno.
Rocío Molina es una primera figura del baile flamenco, cuya inquietud artística le ha llevado a trascender esa condición para serlo de la danza en general, cuyo Premio Nacional atesora. Y así lo demuestra en cada nuevo espectáculo, como el que llevó a las tablas del malagueño Teatro Cervantes, ‘Grito pelao’, con la bella y profundísima voz de Silvia Pérez Cruz.
Había expectación por ver a la bailaora malagueña, que colgó el cartel de ‘No hay billetes’ con un espectáculo basado en su maternidad -está embarazada de 21 semanas-. Se trata de una obra en la que Molina y sus compañeras de reparto también utilizan el recurso de la palabra hablada, verbigracia para referirse al proceso de fecundación in vitro que le permitirá ser madre, según su previsión, en diciembre. Baila Lola Cruz, madre de Silvia en la vida real y de Rocío en la ficción, y Silvia Pérez Cruz le canta con su preciosa voz. Luego, madre e hija en la obra bailan a dúo un tango. Suena el violín. Pellizca Molina con su baile único, aunque no vaya a compás de ningún palo… Ella va más allá.
Baila un taranto con la guitarra de Eduardo Trasierra ajustada a las necesidades expresivas de la bailaora malagueña. Pérez Cruz yace en el suelo.
Ahora canta Silvia el tema que da título al espectáculo y se acompaña a la guitarra, mientras que Molina, ataviada con mantón, le corresponde con su braceo sutil, in crescendo hasta terminar ambas anudadas en las tablas.
En un momento dado, baila por bulerías sentada sobre una silla, cual Carrete, al compás que le marca Oruco. Canta Pérez Cruz.
Su madre le explica por qué le pusieron de nombre Rocío y ella exterioriza los miedos que siente ahora que va a ser madre; por ejemplo, su recién estrenado miedo a los truenos.
Exhibe el vídeo de una ecografía a pantalla completa antes de bailar, con barba (sic) y mantón, por alegrías. Le cantan Oruco y Pérez Cruz.
Ya en el tramo final, baila por soleá, quizá el momento más flamenco de la noche, para el que se echa en falta a un cantaor, aunque Pérez Cruz, sin ser cantaora ni pretenderlo, ejerce su labor de forma encomiable.