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Noche de arte y duende en la Peña Cayetano Muriel de Benamejí

Cante: Rocío de Dios. Guitarra: Rafa Ruz. Lugar: Peña Flamenca Cayetano Muriel ‘Niño de Cabra’ de Benamejí (Córdoba). Día: Sábado, 4 de mayo de 2019. Aforo: Lleno.

Hablar de cante flamenco en Benamejí es hablar de cante con mayúsculas. Por este pueblo han pasado los mejores artistas de los últimos cincuenta años. En él vivió y falleció el gran cantaor Cayetano Muriel ‘Niño de Cabra’, (¿cuántos cantes haría por esas calles?), de ahí el nombre de esta Peña Flamenca. También nació en este pueblo Salvaorillo de Jerez, en la calle conocida como El Cuerno, un descubrimiento por parte de Manuel Bohórquez, al que tanto le debe el flamenco y los aficionados, ya que gracias a él se saben con detalle tantas cosas de los artistas.

Esta Peña está situada al borde de la grieta, con unas vistas espectaculares y un ambiente acogedor que hacen que sus noches se impregnen de puro arte. Sus socios, grandes conocedores del cante, trabajan duro durante todo el año para que en esta localidad no decaiga este arte, con una interesante agenda y un gran festival al que le llaman Partida Flamenca. Todo esto lo hacen ser uno de los pueblos de Córdoba con más actividad flamenca.

La noche del sábado fue otra más de tantas que he pasado en este templo del flamenco, rodeado de buenos aficionados, de gentes nobles, hospitalarias, de las que te hacen sentir como uno más de la familia y como colofón el cante de Rocío de Dios con la guitarra de Rafa Ruz.

Esta cantaora nacida en Córdoba, en el seno de una familia flamenca, lleva escuchando cante toda su vida, de ahí el gran conocimiento que demuestra, con una gran voz y una enorme seguridad en el escenario, que la hacen ser una de las jóvenes cordobesas con mayor proyección.

Comenzó por granaína, acordándose de Vallejo, con la mítica letra «Engarzá en oro y marfil», para rematar con la media en unos bajos que llegaron a las entrañas. Continuó por tientos-tangos, con dedicatoria a su pareja artística y vital. Con la guitarra al ocho y sones de soleá, Rafa Ruz se ajustó a la estricta medida que se requiere en dicho cante para que Rocío de Dios se metiera de lleno en el papel de la letra. Le dedicó unas cantiñas a las mujeres allí presentes y puso la miel y el caramelo en un cambio a las alegrías de Córdoba para preguntarle al platero que cuánto vale y rematar por sones del Chano.

Intermedio para llenar la copa y comenzar por peteneras, hasta llegar al momento de la noche en la seguiriya, donde nos visitó el duende y hubo una complicidad mágica, haciendo grande el cante y el toque. Por bulerías demostraron ir sobrados de compás y se despidieron por fandangos, con un largo recorrido en los estilos personales, poniendo fin a un gran recital que estuvo a la altura de lo que se esperaba.

 

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