Ayúdame a tenerte informado

Actulizado 11:01 AM UTC, Apr 26, 2024

Leyendas vivas del flamenco de Málaga

 La Cañeta1

III Bienal de Flamenco de Málaga. Cante: Antonio de Canillas. Guitarra: Andrés Cansino. Cante: La Cañeta. Guitarra: Antonio Soto. Palmas: Kiko, Yaya y Loli Salazar. Baile: Carrete, Luisa Chicano y Ana Fernández. Cante: Amparo Heredia ‘La Repompilla’. Guitarra: Luis Santiago. Percusión: Fali. Palmas: Kiko y Yaya. Lugar: Castillo de Gibralfaro (Málaga). Día: Sábado, 20 de julio de 2013. Aforo: Casi lleno.

Un cartel compuesto por Antonio de Canillas, La Cañeta y Carrete presagiaba una noche memorable y así fue. Este trío de ases, leyendas vivas del flamenco de Málaga, no defraudó a la afición malagueña, que prácticamente llenó el recinto habilitado del castillo de Gibralfaro, escenario privilegiado y con un encanto especial. La maestría del de Canillas, la personalidad arrolladora de la hija de La Pirula y el baile personalísimo del Fred Astaire del flamenco hicieron las delicias de los presentes.

Abrió el espectáculo, bajo el epígrafe de ‘El valor de la experiencia’, el maestro de Canillas, al que no pudimos ver en directo por cuestiones ajenas a nuestra voluntad. Cuando al fin llegamos, se despedía por tangos. A sus casi 85 años, el que tuvo, retuvo, mantiene un nivel encomiable en sus actuaciones. Es un verdadero privilegio para los aficionados que siga en activo y con la ilusión del principiante. No se olvide que posee la Lámpara Minera y que es un extraordinario saetero; de hecho, se le atribuye la creación de la  denominada saeta malagueña.

Luego, vendría esa fuerza de la naturaleza que atiende por La Cañeta, que no se arredra ante nada, pese a contar ya 76 primaveras. Máximo exponente de los cantes festeros de Málaga, esta cantaora y bailaora conquistó al respetable desde el inicio, por bulerías. Luego, prosiguió por Levante y con los tangos atribuidos a La Repompa, quien, al parecer, recreó los de La Pirula, madre de La Cañeta. Arte en estado puro, con una personalidad arrolladora que la hace única. Pellizco al cubo. Continuó con los cantes del Piyayo, que engarzó con el garrotín. ¡Cuánto arte y sapiencia! Humor, compás, gracia, donaire y mucho más. Precisamente, en lo intangible reside su encanto.
.
Bailaba en ocasiones a la par que cantaba. Arte en estado puro. Disculpen que me repita, pero es así. Excelsa. Si hubiera nacido en Triana o Jerez, probablemente, sería mucho más conocida. Su sobrino Antonio Soto le acompañó a la guitarra, ajustado y preciso, sumamente respetuoso con el cante de su tía. No se olvide que posee el Bordón Minero. Dedicó los fandangos de Huelva a Pepito Vargas y a Chaparro de Málaga, allí presentes, y se despidió por bulerías, con deliciosos cuplés, evocando a su amiga Lola Flores. La eternidad en un instante. Bendita sea. El público la despidió enhiesto.

Carrete puso la guinda a una noche para el recuerdo, secundado magistralmente por un cuadro en el que descollaba, al cante, Amparo Heredia ‘La Repompilla’, que interpretó Bravo (Bambino en el recuerdo) y un cante por soleá antes de dar paso al genial bailaor afincado en Torremolinos. Principió por alegrías, postinero y libre. Es el suyo un baile con enjundia y personalidad flamenquísima. Su provecta edad no le resta ni un ápice de agilidad. El mismísimo Camarón, que se refería a él como ‘el monstruo’, se desplazaba desde La Línea para verlo actuar. ¡Qué arte, qué sapiencia, qué gracia!

Una luna casi llena ilumina las murallas del castillo y preside el zapateado característico de Carrete, sentado en una silla, por Levante. Sobrado de expresión, ya quisieran los más jóvenes… Y de la silla al desenfreno por bulerías. «El fuego se contagia y en el flamenco, es así», espeta, antes de decir adiós por tangos junto a sus subalternas, en un brillante cierre a una noche mágica con la luna por testigo.