Cante: El Torta. Guitarra: Paco Lara. Baile: El Carrete. Zambomba Jerezana: Alejandro Estrada y familia, Coro Armonía, Rosana La Debla, Mariola Martín, Fran Núñez, Curro Sánchez, Manu Millán. Presentador: Paco Roji. Lugar: Tablao Flamenco Pepe López de Torremolinos (Málaga). Día: Sábado, 21 de diciembre de 2013. Aforo: Dos tercios.
Abundan por doquier en estas fechas las zambombas, de origen jerezano, con las que se celebra la llegada de la Navidad y se ponen ritmos flamencos (bulerías y tangos, fundamentalmente) a los villancicos. Si a esta propuesta de Alejandro Estrada y familia, se añade el arte excepcional de dos grandes artistas flamencos, como son El Torta y Carrete, los ingredientes son los ideales para que la noche resulte memorable. Y así fue, la celebración festiva de los villancicos flamencos dio paso a la genialidad del baile del malagueño y a la pureza y jondura del cante del jerezano.
El lugar elegido, el tablao flamenco Pepe López (antiguo El Jaleo), es un santuario flamenco con mucha solera, no en vano ha funcionado ininterumpidamente desde que la bailaora Mariquilla lo fundara en el 65. Paco Roji, gran conocedor de la historia de los tablaos de la Costa del Sol, ejerció como maestro de ceremonias e ilustró al respetable. A continuación, villancicos flamencos a coro, algún bello recitado al estilo de Pepe Pinto, en su entrañable Glosa a la soleá, dedicado en este caso al mítico guitarrista Ramón Montoya y, por supuesto, unos cantes por bulerías, el villancico de El Gloria y los Campanilleros de Manuel Torre.
Turno para el ‘Fred Astaire’ del flamenco. Acudía como artista invitado, si bien jugaba en casa por partida doble, pues vive en Torremolinos y, además, suele actuar habitualmente en el citado tablao. Me refiero, lógicamente, a Carrete, elegantísimo y postinero, que ofreció su baile personalísimo. Pese a contar más de setenta primaveras, la intensidad es uno de sus rasgos característicos, junto al humor y su expresividad (por momentos, pareciera que iba a lanzarse a cantar). Tras bailar por alegrías, lo hizo por bulerías, primero enhiesto y luego, sentado. Luego, se marcharía, entre aplausos, con la silla a cuestas.
Y tras la genialidad de Carrete, aún quedaba la guinda con la pureza y jondura de El Torta. Sus quejíos te pellizcan el alma. Principió por alegrías, con la sólida y eficaz guitarra de Paco Lara, soniquete puro de Jerez. Prosiguió por soleá (estilos de Alcalá, Cádiz y La Serneta). Espectacular en su desgarro. Bromeó sobre el reciclaje y ofreció unos fandangos muy emotivos en los que, en alguna ocasión, se anticipó a la guitarra y no dudó en cortar una falseta del guitarrista. Cuando parecía que se despedía por bulerías -compás a raudales-, pidió un descanso, «si no vais a tener que llamar al 061». Volvía momentos después con unos deliciosos, a la par que descarnados, cuplés por bulerías. Lo dicho, una noche memorable.