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Actulizado 1:11 AM UTC, Apr 20, 2024

La Lupi, lenguaje malagueño por montera

‘Lenguaje Oculto’. Dirección escénica: Juan Dolores Caballero. Dirección artística: Susana Lupiáñez La Lupi. Dirección musical: Óscar Lago. Cante: Alfredo Tejada, Cristo Heredia, Makarines. Guitarras: Óscar Lago, Curro de María. Violín: Nelson Doblas. Percusión: David Galiano. Baile: La Lupi, Iván Amaya, Pol Vaquero, Marina Perea. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Sábado, 14 de diciembre de 2019. Aforo: Completo.

Con motivo de la clausura del festival de danza de Málaga, se presentó el último espectáculo de la Compañía Flamenca La Lupi, cuyo preestreno fue en Torrox. En esta ocasión, la trama central de la escena es un gran visillo central, la metáfora de un lugar al que acude la bailaora durante todo el montaje, a intermitencias. Es el lugar donde se simboliza el refugio, el recogimiento. Otras veces significa una huida, ante la inseguridad y los demonios. De cualquier manera, es un territorio sin geografía, donde lamer las heridas, producto del desamor. Es un alma rota y velada dentro de la mosquitera.

Mientras, en el bosque nocturno de biznagas rotas, habitan esas apariencias de la vida, los sortilegios de su mirada y de su episodio vital. Son los personajes que cobran vida en el repertorio de Iván Vargas, Pol Vaquero y Marina Perea. Es la otredad del artista.

Abre la escena el violín y la percusión. Iván Vargas en un paso a dos. Antes, los devaneos de ella dentro de ese espacio profundo que acaricia la frontera. El registro del bailarín es ecléctico junto a ella. La composición original acaba con las voces de Makarines. ‘El alma se hace vapor envuelta en la piel’, ‘Viento que devoras mi pasión y que desarmas mi razón’. Bulerías.

Sentada, se aplica carmín en los labios. Pol Vaquero entra en escena, arrastra el aire. El suelo levanta papeles rotos de un invierno ciego. Es la potencia `Canal´. Permítanme el juego de palabras para acentuar sus influencias y escuela. Es la fuerza de una copa cordobesa frecuentada en tablaos. Cierran con marcaje de aire bolero.

El nombre es una condición inconstante, producto del tiempo. Ésa fue mi sensación del baile actual de La Lupi. Falto de energía, consciente de este capítulo, pretende fortaleza arañando de su gestualidad. Es, en definitiva, en quiebros y en mensaje corporal.

Por Soleá, Alfredo Tejada nos encaminó hacia la luz. «Tu camino es la fuerza donde me dirijo. No me abandones en este mar de dudas, de mis pasiones». Es una realeza amadora del cante, como un cable de alta tensión que nos energiza y nos puede romper todos los estribos. Es la potencia de un momento pleno, un metal sin adornos y con sentido.

La idea conceptual de la obra es acorde a las formas de la bailora. «Deformao está mi cuerpo de tanto luchar». Marina Perea e Iván Vargas la increpan: «Gorda, fea. No sabe bailar, se le enreda el mantón». Es una provocación por tangos, un arma con mucho fleco morisco en el que siempre nos complace disfrutarla. Es una de sus máximas».

 

El elemento lo usa para ocultarse por completo debajo de él, sin mirada. Mientras, Marina Perea le recuerda la oposición, emulando a una bailarina dentro de una caja de música. La Lupi la palpa con abanicos cerrados sobre su cuerpo. Es un pasado. Arrancan los primeros aplausos junto a Pol Vaquero. Bata de cola que se cambia en el escenario.

Tras el soniquete de Makarines, Tejada abre por romeras. «Válgame Dios, cuando te llamo, cómo no vienes». Es el número de palabrería, en los palos que ella se formula. A pesar de ser sin recorrido, negociando y el público en la palma. En el suelo hay unos volantes, es en realidad un artificio. Es el cuerpo de Iván Vargas escondido. La bailaora juega con su cuerpo y representa un juego infantil, aprovechando sus piernas, creando un trampantojo que el público no percibe al comienzo y luego rompe en ovaciones de pie. Poses de su marca y ovaciones y piropos. Vargas sigue bailando, circense, volantes y percusión.

 

Para acabar ‘Así mis penas se van’. Arranca de nuevo aplausos. Soleá por bulerías, juego de armonías a las voces junto a Cristo Heredia.
El visillo se descuelga del techo, es el alma dramática.

Una propuesta de dirección escénica muy notable, composición y arreglos musicales atractivos. Una fórmula diseñada a los dominios presentes de la bailaora que logra alzar la calidad gracias sin duda a lo que ella adjetiva que es su «cooperativa», en lugar de compañía. Esta noche pudimos ser espectadores de lo que significa la mejora de calidad debido al elemento coral y a trabajos personales. Próximamente en el Festival de Jerez.

Fotos: Antonio Estévez (Anca Media Films)
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