La Peña Flamenca El Piyayo de Rincón de la Vitoria, dentro de su ya consolidado programa de ‘Recitales de Otoño’, que vienen desarrollando año tras año, deleitó a los aficionados con la presencia de Samuel Serrano al cante y Luis el Salao a la guitarra.
Personalmente, era mi primera visita a la sede de tan nombrada Peña, y junto a la posibilidad de ver nuevamente este año a Samuel Serrano, eran garantías suficientes de por sí para asegurarme una gran noche de duende.
La Peña El Piyayo, que lleva en esa sede desde 1989, es un lugar lleno de solera y culto al flamenco. Sus paredes están llenas de recuerdos de tantas otras noches mágicas y de memorables personalidades de nuestro flamenco que durante todos estos años derrocharon su arte para el deleite de los malagueños. Su actual relaciones públicas, Juan García, me enseñó los entresijos de su preciada joya y me explicó con especial cariño sus tesoros artísticos y sus numerosos cuadros, que han servido para crear esos magníficos carteles flamencos que con sello propio decoran sus paredes.
A las 22.00 horas daba comienzo la salida al escenario de los artistas, no sin antes poder disfrutar de una buena selección de viandas en las distintas mesas que se repartían a modo de aforo y que aseguraban iniciar el espectáculo con la necesidad saciada y el espíritu expectante. Samuel Serrano, a sus 25 años, hizo un recital de palos con esa influencia jerezana y ese metal característico del artista, tan rasgao, gitano y profundo; a la vez que primitivo y puro.
Principió por tonás, para seguir por alegrias en DO, soleá y tangos; para hacer un descanso y continuar posteriormente por siguirillas, fandangos naturales, sevillanas y bulerías. La solea y la siguirilla mostraron lo mejor del artista, con un sentimiento y una pasión tan brutal como desgarradora. Sin embargo, las bulerías estaban efervescentes de compás jerezano a manos de este chipionero que las empleó como cierre de la noche y caída del invisible telón.
La guitarra de Luis el Salao, malagueño de Arroyo de la Miel, encajaba a la perfección con las necesidades del cantaor; mezclando el fiel acompañamiento con un recital de falsetas que hicieron que el público lo vitoreara de manera continuada durante toda la noche. No es fácil poder acompasar y acompañar con ese profundo sentimiento que emanaba de los distintos y variados cantes, y sin embargo El Salao lo domina. Es puro sentimiento en su toque.
Gran noche flamenca para el recuerdo y enhorabuena tanto al buen hacer de los artistas, como a la labor encomiable de todas las personas, directiva y patrocinadores, que han trabajado y financiado este cartel para que tengamos a nuestro alcance este preciado arte en la misma puerta de nuestras casas.