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‘El canario más sonoro’, reivindicación y homenaje a Juan Breva de muchos quilates

VIII Semana Flamenca de Benalmádena. ‘El canario más sonoro’. Idea, guión, dirección y narración: Salvador Pendón. Cante: Ríos Cabrillana, Virginia Gámez, Isabel Guerrero y Antonio José Fernández. Guitarra: Alberto Torres, Andrés Cansino y Rubén Portillo. Baile: Toñi Fernández. Tenor: Elías Gallego. Panda de Verdiales de la Cuesta de la Mora. Lugar: Peña Flamenca La Repompa – Casa de la Cultura de Arroyo de la Miel – Benalmádena (Málaga). Día: Viernes, 22 de noviembre de 2019. Aforo: Dos tercios.

‘El canario más sonoro’ es un homenaje de muchos quilates al legendario Juan Breva, que se estrenó en Vélez-Málaga, su localidad natal, el pasado año conmemorando el centenario de su fallecimiento, y una reivindicación de su figura y de lo que ésta supuso para la historia del flamenco. Fue el broche de oro a la VIII Semana Flamenca de Benalmádena, organizada por la Peña La Repompa con la colaboración del Ayuntamiento, que ha sido un éxito rotundo.

Con el telón bajado, se oye la voz de Salvador Pendón, que ejerce como narrador, amén de ideólogo, guionista y director de la obra. Lee una carta apócrifa de Rubén Darío a Salvador Rueda pidiéndole noticias de su amigo Juan Breva, «el rey de los cantadores».

Ríos Cabrillana, en el papel de Juan Breva, y Alberto Torres, en el de Ramón Montoya, llevan el peso del espectáculo interpretando los diez cantes que grabó el veleño (cantes de Juan Breva -que rotulan en el programa de mano como malagueñas-, soleares, fandanguillos, peteneras y guajira). Cabrillana también toca en determinados momentos él mismo la guitarra emulando al genio de Vélez-Málaga en la forma de cogerla.

Antonio José Fernández, cantaor aficionado, con Rubén Portillo solvente al toque, canta magistralmente por serranas de Silverio, que según Pendón, admiraba a Juan Breva y le reservaba su sitio en su mítico Café del Burrero de Sevilla.

Momentos antes había sonado ‘El canario más sonoro’, que da título al espectáculo, en la bella voz de Cabrillana, excelso, sabiamente acompañado por Alberto Torres, que toca la guitarra, en una encomiable labor de arqueología musical, como lo hacía Montoya, del que interpreta después su rondeña de concierto.

Las escenas se van sucediendo con textos de cartas entre poetas, artículos y entrevistas periodísticas, unos reales y otros apócrifos, a los que da vida con pasión y justeza Salvador Pendón, alma de la obra.

Una nota del rey Alfonso XII, amigo de Juan Breva, pidiéndole a éste la organización de una fiesta privada da paso al tenor Elías Gallego en el papel de Julián Gayarre, amigo también del veleño, y de Toñi Fernández, que baila una jota.

Pendón se vale de una entrevista apócrifa a Antonio Chacón para destacar que Juan Breva «le imprimió a su cante un ritmo y una cadencia hasta llegar a lo que llamamos malagueña; su aportación a la petenera desde el folclore y un amplio repertorio de soleares». Y subraya que dos grandes intérpretes de este último cante, con maternidad trianera, fueron el veleño y La Andonda, de Ronda, a los que concede su paternidad.

Ríos Cabrillana, con Alberto Torres a la sonanta, e Isabel Guerrero, caracterizada como Paca Aguilera, cantaora rondeña que grabó los cantes de La Andonda, con el maestro Andrés Cansino al toque, ejemplifican con solvencia lo expuesto por Pendón.

Ya en la recta final, la guajira del veleño con la donosura y flamencura en el baile de Toñi Fernández y un mano a mano entre aquel y La Trini en el Ventorrillo que ésta regentaba en La Caleta. Interpretación valiente la de Ríos Cabrillana, y punto de inflexión al aparecer en escena Virginia Gámez, por malagueñas de la Trini, con una energía y una voz descomunales, pellizcando y estremeciendo con su quejío al respetable, que la obsequia con un caluroso aplauso.

Como epílogo, Juan Breva, amigo del citado monarca, cuya voz se había comparado con la de los tenores italianos y que había llenado hasta tres teatros de Madrid en una misma noche, termina sus días «derrotado, ignorado y olvidado» (fue enterrado de caridad).

Pero siempre queda lugar para la fiesta. Irrumpe entre el público, en el patio de butacas, la Panda de Verdiales Primera de Comares bautizada para la ocasión como de La Cuesta de la Mora, con bandurria en lugar de violín para adaptarse a los tiempos de nuestro protagonista, el gran Juan Breva (Ríos Cabrillana), que canta con la panda, volviendo así a sus orígenes. Brillante final para un espectáculo de muchos quilates.

Fotos: Pellizco Flamenco
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