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Dani de Morón, la dignidad del toque por bandera

Dani de Morón

Guitarra: Dani de Morón. Bajo: José Manuel Posadas ‘Popo’. Compás y palmas: Los Mellis. Lugar: Teatro Cánovas (Málaga). Día: Jueves, 7 de febrero de 2013. Aforo: Media entrada.

Es una excelente noticia para el flamenco que haya una cantera inagotable de nuevos talentos que mantengan viva la llama. Entre ellos, brilla con luz propia Dani Méndez, Dani de Morón para el arte, quien, tras haber acompañado a infinidad de cantaores y bailaores postineros y haber girado con Paco de Lucía como segunda guitarra, ha decidido emprender su carrera en solitario. El fruto de sus desvelos, su carta de presentación como guitarrista de concierto, es ‘Cambio de sentido’, su disco de debut, que presentó en el malagueño teatro Cánovas, con la dignidad del toque por bandera y sin concesiones a la galería.

Exhibió en los temas libres (Inmigración, Momento de calma…) una descomunal destreza que a los flamencos les puede resultar algo fría; nada que ver con los palos tradicionales (verbigracia, la soleá), a los que aporta calor y color. Pero, él va más allá del uso predominante del pulgar y la cuerda pelá, herencia de Diego del Gastor. ¡Viva Morón! Sentimiento y transmisión. Se echa en falta alguna pincelada de cante, pero su apuesta es nítida: la guitarra es el centro de todo.

Por bulerías (Barrio C), se muestra excelso. Enormes Los Mellis al compás. Alterna momentos hiperrítmicos, de desenfreno, con otros más intimistas, en los que se muestra más contenido. Parafraseando a Séneca, su toque «enjuga el alma hasta el fondo y, entre otras virtudes, asegura la curación y alivia la tristeza». En la seguiriya (Morón D.F.), con su pueblo grabado a fuego, aunque vuele libre, brinda otro momento de profunda belleza no exenta de pena; sonidos negros que erizan el vello.

En los tangos (como ocurriera antes en la rondeña), ofrece un toque de muchos quilates y el único momento de cante, con Los Mellis como protagonistas. Se dirige al público por vez primera: «La guitarra es para minorías, salvo el gran maestro (léase Paco de Lucía) que llena plazas de toros». El tocaor moronense entiende que «hay que defender la guitarra flamenca y subirse aquí para expresar lo que uno siente con ella». En su improvisado discurso, hace hincapié en la dignidad del toque, pese «a estos tiempos feos». Se despide con las bulerías que dan título al disco.

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