Berza Flamenca. Cante: Manuel de la Tomasa y El Chato de Málaga. Guitarra: Ismael Rueda. Artista invitado (Guitarra): Manuel Silveria. Palmas: Kiko de Tiriri. Lugar: Centro Cultural Flamenco La Malagueña de Málaga. Día: Sábado, 24 de abril de 2021. Aforo: Lleno.
El pasado sábado, y tras un largo periodo de aletargamiento de los espectáculos flamencos, se llevaba a cabo en el Centro Cultural Flamenco La Malagueña de Málaga un especial flamenco dentro de una comida de berzas que se organizó para los socios y amigos.
La Malagueña es un Centro Cultural Flamenco fundado en 1996 y que actualmente está presidido por Francisco Santiago, más conocido como El Chato de Málaga (aunque sus orígenes sean granaínos). El Centro dispone de una sede con encanto que disfruta de una buena participación de socios, y que alrededor de una gran olla de berzas, disfrutaron de una tarde flamenca como las de antes de la pandemia.
La sobremesa se abrió paso con unos cantes de El Chato de Málaga junto a la guitarra de Ismael Rueda. El guitarrista malagueño fue ganador del Premio de Guitarra Flamenca del Certamen Desencaja, que concede el Instituto Andaluz de la Juventud, y del premio de Guitarra de Acompañamiento Merengue de Córdoba del XIII Certamen de Jóvenes Flamencos de Córdoba.
El Chato deleitó a los presentes con unos cantes de Levante, para pasar por fandangos, soleares, seguirillas y tangos. Merecen especial atención esos tangos con letras de Málaga que, a modo de fin del primer acto, dejaron al público acelerado con los compases de 4×4 corriendo por sus venas. Con su voz gitana, profunda, desgarradora y primitiva, daría paso tras un descanso a la segunda sesión de tarde flamenca.
El artista invitado fue Manuel Georgio Fernández, también conocido como Manuel de la Tomasa. Con solo 21 años, ya transmite la herencia de su familia, y es que es tataranieto de Pepe Torre, hermano de Manuel Torre, y emparentado con Manuel Vallejo por vía materna; bisnieto de Tomasa Soto y Pies Plomo y nieto de José de la Tomasa.
También, y tan bien, acompañado por la guitarra de Ismael Rueda, se arrancaría al igual que hizo El Chato de Málaga, por cantes de Levante, soleares, seguirillas y fandangos. A modo de réplica y siguiendo el mismo orden en su ejecución; como si de un mano a mano se tratara. Posiblemente fue casualidad pero tuvo su gracia. Lo que si encontramos fue una voz pausada, cantes medidos, mecidos y profundo en sus matices; lleno de melismas negros y fiel a su estirpe familiar.
Manuel de la Tomasa no defraudó a nadie y tanto en su soleá como en la seguirilla, conseguiría la ovación del público asistente con esas letras y fuerza desgarradora que esos palos causan en el alma del oyente cuando son cantados con ese drama que los caracteriza. Bravo Manuel. Igualmente, hay que destacar la guitarra de acompañamiento de Ismael Rueda, que también tuvo su hueco para demostrar su habilidad y técnica con picados, contratiempos y silencios en una guitarra exacta y precisa.
El de la Tomasa cerraría su actuación con unas bulerías a modo de fin de fiesta, con las palmas del Chato de Málaga y Kiko de Tiriri; dejando a un público con ganas de alargar más la buena tarde del sábado. Por ello, El Chato, a modo de tercer acto, y aprovechando la presencia entre el público de la guitarra de Manuel Silveria, continuaría por cantiñas para deleite de la afición. Silveria, desprevenido y a bocajarro, nos dejó a todos perplejos con una mano derecha llena de veloces picados, trémolos y matices festeros que se iban entrelazando con los tercios alegres de las letras de Cádiz.
Enhorabuena a todos los que han hecho posible que en plena pandemia tengamos un evento con este cariño y amor a nuestro arte. Un aplauso para los organizadores y ayudantes del evento y muchas gracias por el buen trato recibido.
Fotos: Alfredo Canales
