Festival Homenaje a Paco de Lucía. Guitarra: José Carlos Gómez. Artistas invitados Cante: Duquende y Segunda guitarra: José Manuel León. Coros y palmas: Los Mellis, Sandra y Fania Zarzana. Baile y palmas: Abel Harana. Percusión: Paquito González. Guitarra, voz y palmas: Manuel Peralta. Lugar: Finca El Portón de Alhaurín de la Torre (Málaga). Día: Sábado, 11 de julio de 2020. Aforo: Lleno.
Comienza la noche en la Finca El Portón de Alhaurín de la Torre con un extraordinario elenco de artistas, que inauguran su vuelta a los escenarios con el espectáculo homenaje a nuestro genio Paco de Lucía de la mano de nuestro querido y reconocido Jose Carlos Gómez.
Abre solo en el escenario con un comienzo de armonías propias de Levante con aires renovados y frescos, derivando el palo al toque magistral de la soleá con su sello personal y ceñido a un estricto compás, interpretándola con elegancia y mucha fuerza, rematada a soleá por bulerías con un técnica asombrosa.
En el segundo tema, entran Los Mellis, las hermanas Zarzana (Sandra y Fania), Paquito González a la percusión y Manuel Peralta acompañando al cante, guitarra y palmas. Da las gracias al respetable y menciona al genio de Algeciras, como honor a su figura, con unas bonitas palabras. Ańade que van a dejarse el corazón y el alma. Seguidamente se desborda un gran aplauso.
Interpretan unas bulerías, dándole comienzo con su tema Irenea, en las cuales pasea por distintas tonalidades con una modulación exacta entre ellas creando varios movimientos dentro de la misma pieza. El concierto coge un aire de fuerza y dinámica muy acertado, cerrando la pieza con la frase principal de su propia bulería.
Arrancan por tanguillos con el arropado compás de Los Mellis y el genial percusionista Paquito González, que llevan a metrónomo el espectáculo. Melodías y coros dignos de oír con el canto añadido de las Zarzana en estos magníficos tanguillos, un preludio de lo que estaba por llegar.
Turno de la bulería por soleá Café Piñero, completándola con decenas de detalles y remates contundentes para un acompañamiento al cante de Manuel Peralta, de voz portentosa y decidida, y al baile de Abel Harana, derrochando sal, en los cuales ambos entregaron arte y corazón. Magistrales maneras de llevar esas dos ramas, las del maestro José Carlos en el buen hacer, ya que los pilares del concertísta son años de acompañamiento al cante y baile. Dicho sea de paso, el público se levantó en diversas ocasiones por la complicidad del bailaor. Rematan todos en una subida por bulerías al unísono de un estribillo del genio de la Isla. Precioso.
Presenta el maestro a un compañero de más de veinte años, Duquende; sobran palabras de la coordinación y el toque por derecho que allí se deleitaba.
Voz rajada que iba a más con el paso de los tercios, recordando a José Monge Cruz en cada letra y rematando el final con Dicen de mí. Un auténtico transporte en el tiempo a otra década, donde todos los asistentes saboreamos aquellos tiempos de gloria.
Seguidamente, se arrancó con un buen soniquete por bulerías entre los músicos; y el público también fue participe desde el primer minuto. El ambiente estaba caldeado.
José Carlos estaba atento a toda su compañía y soltaba alguna sonrisa; el concierto caminaba solo y su música vislumbraba matices y falsetas de discos ya consagrados. Remató la bulería a un cambio por menores, en la que su música flamenca y vanguardista, sin perder ese aire flamenco que tanto gusta al guitarrista tradicional, fluía con rabia y mucha fuerza quedando clara cada nota y ligao, rematando el final con elegancia.
La rumba que ofreció llena de compás, por ese gran elenco de palmas y jaleos, dejó al público encantado. Como si un aura de Ziryab se tratase, manaban cadencias y melodías que por si solas hablaban de flamenco. Frases pegadizas y llenas de ritmo iban y venían, un verdadero ritmazo.
Las alegrías La reconquista salpicaron al público de sal. Se trata de una pieza elegante y medida con aires muy barroseros, en la cual el canto de Los Mellis a modo de estribillo y las hermanas Zarzana, enbelesaron al respetable y la música fluía con brisa muy marinera.
Turno para la pieza Toda una rumba, con la colaboración especial de su paisano José Manuel León, guitarrista excepcional y virtuoso donde los haya, en la cual hicieron un recorrido por Río ancho, Chanela, Entre dos aguas y un largo etcétera del maestro Paco de Lucía.
Todas ellas ceñidas músicalmente al compasillo o 4×4, evocando a aquel genial dueto formado también en aquellos años 60 con su hermano Ramón de Algeciras. La pieza quedó magnífica e impoluta.
Llegamos al culmen del espectáculo con los tanguillos Casilda del Maestro, incluidos en su gran disco Siroco (1987). A la magnífica interpretación de la pieza se suman los ecos de letras y estribillos bien cantados y con gusto de aquellos maravillosos coros. A ello hay que añadirle la colaboración especial del genio Duquende, cantando pa’lante y por derecho, rompiéndose la garganta en letras de discos como Calle real, con su Romance de la luna, con letra de Lorca, entre otras tantas y un estribillo pegadizo que decía a ritmo del tanguillo de Potro de rabia y miel:
Paco de Lucía,
Paco de Lucía,
el que no lo quiera
no tiene alegría.
Nos hizo sentir por unos minutos como si del famoso septeto se tratara.
En la despedida, José Carlos Gómez daba las gracias a los asistentes, luces, sonido y entró en un fin de fiesta duquendero, donde todos pusieron su granito de arte, derroche y sabiduría dejando el espectáculo y a un público entendido en lo más alto. Será una noche para recordar. Gracias Maestro.
Fotos: Pellizco Flamenco