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Rocío Molina, la cosmogonía de la danza

Cosmogonía

‘Trilogía sobre la guitarra. Inicio (Uno)’. Idea original, dirección artística y coreografía: Rocío Molina. Guitarra y composición musical: Rafael Riqueni. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Viernes, 30 de julio de 2021. Aforo: Completo.

La cosmogonía es la ciencia que se ocupa del origen y de la evolución del universo. En mi opinión, debiera de existir un término que defina en idénticos términos a la danza. Podríamos acuñar el término de danzagonía, y de este modo poder apreciar los resortes implícitos del impulso y la vibración. Todo lo que en esencia nos conmueve.

En definitiva, quedarnos apostados en este capítulo de iniciación, en el que el elemento fundamental son las cuerdas, en la ejecución a la sonanta y en el diálogo corporal del lenguaje musical hasta los confines del primer acento.

Una invitación donde quedarnos cercados, entre esas cuerdas, y entre todos sus espacios y silencios.
Un lugar primigenio del movimiento, un recorrido íntimo donde se practica ser y ser.

Dos lugares, un escenario y un solo lugar, donde ambos, el maestro y la danzaora juegan con los quiebros de todas las notas, las sensaciones, los giros de derviches y el trance, la melodía y el juego, el espíritu mago de enviarnos mensajes sin filtros, la esencialidad de dejarse ir porque somos las nubes que pisamos.

El espectáculo es mínimo en sus apariencias, brillo y maestría colmado. El suelo proyecta nubes suaves de verano y en otras la noche es eternamente estrella.

En esta ocasión, Rocío Molina apuesta con cartas blancas, este episodio creativo es luminoso, como si de una etapa creativa cromática se tratara en la vida de un artista; es un episodio vital, es la espiritualidad, es su arte improvisatorio, un lugar de comunión íntima.

El lenguaje es natural y de una fluidez extrema, donde ella se ampara libre, se quiebra con el torso. Utiliza la tela que viste el escenario y se colma dentro en estampas de una absoluta belleza filmográfica, como si el milagro de la danza fuese una imagen etérea, que se traslada con un cierto grado de levitación.

Uno de los momentos de su puesta en escena donde su verdad es radical, es belleza por los poros y la conjunción entre ambos es de una hermosura brillante.

Coincidir en estos espacios de creación es un viaje emocional. Riqueni se deja mesar el pelo, se deja consentir, mientras nos embarga en sus composiciones, algunos pasajes pertenecientes a ‘Parque de María Luisa’, otros basados en acordes de tradición popular.

Es un grato placer haber contemplado este primer movimiento. Como si de una apertura clásica se tratara, donde el flamenco se investiga, se busca por dentro. Recorre trayectorias en las que cada uno, al salir de esta experiencia, labra su propio mensaje y reconoce la hondura en saber que lo esencial es absolutamente instantáneo.

Es un sabor en el pecho. Una niña pasea con zapatos de adulta y danza. La libertad sin convencionalismos. Está soñando todas las historias.

Un baúl de inmensos recursos, en el que estoy segura que la Molina nos prodigará. El arte desvestido. Esencial.

Fotos: Daniel Pérez / Teatro Cervantes.

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