‘Homenaje a Pepito Vargas’. Cante: José de la Tomasa, La Cañeta, Cancanilla de Marbella, Mari Peña, El Chato de Málaga, Francis Bonela, José Soleá, Manuel de la Curra, Luisa Muñoz y Rocío Santiago. Guitarra: Antonio Moya, Chaparro de Málaga, Juani Santiago, Francisco Vinuesa, Pepe Satorre, Dani Ramos, Rubén Lara y Andrés ‘El Bombero’. Baile: Antonio El Pipa, Carmen Ledesma y Luisa Chicano. Palmas: Kiko, Yaya, Niño Chaparro, Carlos y Pepe Gil. Percusión: Juanma ‘El Canastero’. Presentadores: Gonzalo Rojo, Paco Roji y María Palomares. Lugar: Teatro Cervante de Málaga. Día: Miércoles, 5 de diciembre de 2013. Aforo: Lleno.
Fue la noche de José Lavat Campos, Pepito Vargas para el arte. Málaga respondió a la llamada y llenó el teatro Cervantes para homenajear «a uno de los más destacados bailaores que ha dado Málaga», según Gonzalo Rojo, que trazó una semblanza del homenajeado, retirado de los escenarios desde 2008, tras sesenta años de carrera artística. Paco Roji exhibió un vídeo de su autoría dedicado al genial bailaor, al que logró emocionar. Y la emoción no se borraría de su rostro, pues le hicieron entrega de sendas placas conmemorativas el Ayuntamiento de la capital (Damián Caneda), la Diputación Provincial (Juan Jesús Bernal) y su hermano Tomás, quien aseguró que «no ha sido un hermano; ha sido un padre para nosotros». Y aún quedaba la dedicatoria de sus compañeros y amigos de profesión, sobre el escenario, que le brindaron una noche mágica, memorable.
Pese a ausencias significativas (Estrella Morente, Enrique El Extremeño, Chiquito de la Calzada, El Álvarez, Amparo Heredia ‘La Repompilla’ y Antonio Soto), el homenaje a Pepito Vargas quedará grabado para siempre en la memoria de quienes lo presenciaron. El espectáculo se configuró en tres cuadros flamencos, al estilo de los primigenios cafés cantantes y posteriores tablaos. En el primero, denominado ‘Los gitanos de Málaga’, descolló la voz flamenquísima del jerezano José Soleá por soleá y bulerías, sin olvidar el buen hacer de Rocío Santiago por malagueñas y cuplés por bulerías, en los que también sobresalió Luisa Muñoz, en tanto que Manuel de la Curra lo hizo por alegrías, amén del baile racial de Luisa Chicano, que acompañó en su día, en algunas ocasiones, a Pepito. Todos complementaron su cante con una pataíta.
En el segundo cuadro, abrió el fuego El Chato de Málaga, que también acompañó en su momento a Pepito, por alegrías. Se sobrepuso a un problema de sonido y aportó su forma tan personal de interpretar el cante. Francis Bonela estuvo brillante por malagueñas del Pena y jaberas. Mari Peña deleitó a los presentes pellizcando por tientos-tangos, con la soberbia guitarra de Antonio Moya, mientras que Carmen Ledesma exhibía pureza, pellizco y arte a raudales en su baile por soleá. Duelo en la cumbre de la aparente sencillez entre Peña y Ledesma en los cuplés por bulerías. El público respondió enhiesto. Apoteósico.
Y aún quedaba la guinda. El tercer cuadro lo componían pesos pesados de este arte como José de la Tomasa, que se desplazó desde Sevilla para cantar por soleá con su habitual maestría («El cante por soleá dice mucho en unas bocas y en otras no dice na'») y dedicarle un fandango con letra propia («porque es la ciencia de los bailes malagueños») a Pepito, que no pudo reprimir las lágrimas. La Cañeta, amiga del alma de Pepito -con quien formó, junto a La Repompa, la Quica y el guitarrista Niño de Almería, el grupo Los Vargas- evocó «aquellas fatiguitas que pasamos juntos…» y le dedicó unas bulerías con las guitarras del gran Chaparro de Málaga y Juani Santiago. Leyenda viva de este arte y poderío sin igual, La Cañeta es un ciclón pese a su provecta edad y así lo volvió a demostrar. Antes, Cancanilla pontificó por seguiriyas. También Antonio El Pipa ofreció una pincelada de la esencia del baile de Jerez antes de que el propio Pepito Vargas se diera una pataíta como brillante colofón a una noche mágica y memorable.
