‘Épicus Vol II’. Compañía Flamenca La Lupi. Coreografía y baile: La Lupi. Baile: Marina Perea y Sara Carnero. Cante David El Galli y José Manuel Fernández. Guitarra: Óscar Lago y Curro de María. Percusión: David Galiano. Lugar: Teatro Cervantes de Málaga. Día: Domingo, 20 de octubre de 2024. Aforo: Casi lleno.
El Teatro Cervantes, en la tarde del domingo, olía a Málaga, a verdial, a biznaga… Se respiraban ganas de ver y sentir una vez más a una profeta en su tierra, La Lupi.
Desde el primer segundo, se palpa una puesta en escena vanguardista pero al mismo tiempo con pilares de pureza y cuidada al milímetro en cada parte del espectáculo. Estos instantes narran un relato, una vida interior de la que salen las experiencias de la propia bailaora en un periodo de reflexión interna.
Nos encontramos con un espectáculo pulcro, en el que cada elemento y estilo tienen su espacio y lugar, si bien todo aparece cohesionado por una cuidada estética, acariciando bailes por livianas, tarantos y alegrías, entre otros, con sinfín de detalles y amalgamas compuestos por Curro de María y Óscar Lago. Los profundos conocimientos, saber hacer y trayectorias de ambos desembocan en una música exquisita en ejecución y armonía. El binomio y genialidad de los dos guitarristas producen un realce del espectáculo en mayúsculas.
Resalto la figura de David Galiano, referente malagueño de la percusión, matizando siempre cada acento, remate y frase, llevando en volandas el compás y sentido que se disfrutaba dentro y fuera de las tablas. Y como espuela y vital el cante sabio de David El Galli y José Manuel Fernández, afinado, desgarrado y con gusto en cada uno de los tercios.
Hay que añadir también los instantes únicos de las bailaoras Sara Carnero y Marina Perea, interactuando y realzando el espectáculo en cada intervención. Como buenas lupiañeras, se ciñeron como un guante a la coreógrafa, demostrando una vez más ese sentir y respirar propio de la compañía.
No paraban de vitorearla desde cada rincón del Cervantes, el público estaba con muchas ganas.
En la estética, el mantón era parte de ella y las miradas al respetable eran de corazón, de disfrutar, de regalar arte.
La Lupi, bailaora de inquietud y creatividad, sustentada sobre la verdad y base del flamenco. Sigue profundizándose en su propio lenguaje expresivo de carácter y derrochadora de sal. Y también, por qué no, de quejío.
Indudablemente, de técnica precisa pero mucho más que todo eso, ¡flamenca!
Gracias, Susana.
Fotos: Daniel Pérez / Teatro Cervantes