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Actulizado 1:11 AM UTC, Apr 20, 2024

Jóvenes baluartes del flamenco en familia

VI Bienal de Flamenco de Málaga. ‘Baluarte Flamenco’. Cante: Lela Soto, Samuel Serrano e Israel Fernández. Guitarra: Paco León y Manuel Parrilla. Baile: Gema Moneo. Palmas: José Rubichi y Edu Gómez. Lugar: Finca El Portón de Alhaurín de la Torre (Málaga). Día: Sábado, 27 de julio de 2019. Aforo: Media entrada.

La propuesta sugerida por el apreciado malagueño Alfonso Queipo de Llano era reunir a jóvenes baluartes del panorama flamenco actual en un entorno abierto, natural, como la Finca El Portón de Alhaurín De la Torre, pero sobre todo hacerlo de una forma especialmente peculiar, ‘familiarmente’, como antaño, y como si estuvieran reunidos en una casa.

Poquito, pero bueno, era el público asistente (esa misma noche se celebraban los Festivales de Benalmádena, Alhaurín El Grande, San Pedro y El Palo) a un espectáculo que abrió Lela Soto, acompañada a la guitarra por el maestro Manuel Parrilla, por bamberas y tientos-tangos. Joven, entregada, la hija de Vicente Soto, terminó su primera actuación bailando al público por tangos.

Con tangos templados, lentos, con gusto, como es su costumbre, hizo su aparición Samuel Serrano, dejando al respetable embelesado. Secundado por Paco León al toque, terminó cantando por seguiriyas.

Con Manuel Parrilla a su lado, Israel Fernández se decantó por cantes de Levante para hacer su presentación. Con «humildad, respeto y cariño», así cantó este toledano, que concluyó con ese palo que él borda, la soleá.

La primera parte terminó con la jerezana Gema Moneo bailando bulerías por soleá. Impecable, femenina, con esa sabiduría que la caracteriza, como la gran referente que es dentro del baile flamenco. Moneo dotó al festival de ese ritmo y compás propio de ella y sobre todo despertó en el público una total admiración.

Como broche final, y en esa escena familiar que proponía este evento, el espectáculo terminó con los tres artistas en el escenario, en un mano a mano por martinetes, con un Israel Fernández brillante, que se mereció por su martinete ‘bailado’ la ovación de la noche. A esto siguió otro mano a mano, con todos ya en el escenario, esta vez por soleá, sublime, que dejó a los presentes entregados por completo, y que terminó con un Samuel Serrano y un Paco León, rancios, gustosos.

La noche, de verano, pero fresca y agradecida, terminó con una ronda de fandangos naturales, y cómo no, con un fin de fiesta por bulerías que dejó al público con ganas de más. En definitiva, la noche resultó corta (según se deducía de los comentarios de los asistentes), pero con el sabor de que el flamenco vive siempre, y de que los jóvenes saben, dominan y respeto despiertan.

 

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