‘Bolitas de plata’. Baile: Virginia Abril. Cante: Fita Heredia y Manuel Heredia. Guitarra: Marcos Palometas y Álvaro Pérez ‘Martinete’. Soprano: Ruissi. Piano: Manuel Biarnés. Percusión: Diego Garzón. Lugar: Teatro Isabel la Católica de Granada. Día: Miércoles, 31 de octubre de 2018. Aforo: 400 personas.
La noche del 31 de octubre, en el Teatro Isabel la Católica, la bailaora granadina Virginia Abril presentó su espectáculo ‘Bolitas de plata’.
Llama la atención que el primer baile (con coreografía de Oscar Quero) lleve por título ‘Final’ y el último ‘Origen’. Y es que para Abril, ‘Bolitas’ es el comienzo de una etapa profesional que pone fin a otra más orientada a su preparación, por lo que es final y origen al mismo tiempo. En este Final canta la soprano Ruissi con una Virginia Abril que muestra su faceta más contemporánea, para dar paso a la parte flamenca de la obra.
En ‘Forjando el silencio’, el pianista Manuel Biarnés deleita al público con una hermosa pieza con armonías que también sonaban flamencas.
El ‘Chapiz de la Cuesta’ es una siguiriya tributo al padre de la artista y al barrio que lo vio nacer.
‘A la niña del alcalde’ son unas alegrías dedicadas al abuelo y a su madre. Destaca en el escenario un enorme retrato del abuelo hecho de cuatro grandes fragmentos, que va componiendo Virginia al tiempo que baila.
La obra, que representa las vivencias que forjaron la manera de bailar de Abril, es muy original, y con pocos elementos escénicos, cautiva al espectador por su sencillez y belleza. Excepto la primera parte, la coreografía lleva el sello de la propia bailaora y sorprende la madurez con la que se desenvuelve en estos menesteres.
La voz cantante fue propiedad de la familia Heredia, padre e hija, Manuel y Fita, la música flamenca la pusieron dos extraordinarios guitarristas (Marcos Palometas y Álvaro Martinete), bien compenetrados y en ocasiones con tonalidades complementarias por la colocación de las cejillas en trastes distintos. Dieron un recital de acompañamiento al baile y de guitarra solista que hicieron vibrar al respetable.
A mi lado, Marichú aplaudía orgullosa por el triunfo sin paliativos que cosechó su antigua alumna, complacida de haber contribuido con su magisterio a sacar a esta artistaza a la luz.