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A La Niña de Antequera en el centenario de su nacimiento

La Niña de Antequera fue el nombre artístico de María Barrús Martínez, nacida en la calle Palomos de la malagueña ciudad de Antequera en el año 1920. La familia se trasladó a la provincia de Jaén (unos me dicen que a Huelma, otros que a Cambil) y allí, con sólo 12 años, dio a conocer sus excelentes cualidades canoras, llegando a profesionalizarse hasta alcanzar plena popularidad antes de sus 30 años con el espectáculo ‘Sol Andaluz’ en el teatro sevillano de San Fernando. Triunfa también en el Price de Madrid y recorre varias veces España entera con los espectáculos de canción y cante flamencos al uso en los años cincuenta y sesenta. Recibió galardones como la Banda del Estrellato o la Medalla al Mérito Artístico, siéndole entregada ésta por Pepe Marchena.

Fue compañera de todos los que en aquellos años eran alguien en el mundillo flamenco: Manuel Vallejo, Pepe Marchena, El Niño de la Huerta, La Niña de la Puebla, Luquitas de Marchena, Canalejas de Puerto Real, Manuel Centeno, El Sevillano, Rafael Farina, Porrina de Badajoz, Antonio Molina, Juanito Valderrama, etc., etc., llegando a coincidir incluso con Camarón de la Isla. Estableció su vivienda habitual en Sevilla, donde se casó y tuvo un hijo y tres nietos.

Recibió galardones como la Banda del Estrellato o la Medalla al Mérito Artístico, siéndole entregada ésta por Pepe Marchena

En agosto de 1972 trabajaba en un espectáculo de nombre ‘Los Famosos’, con Juanito Valderrama, Juanito Maravilla, Hermanos Valderrama y Manolo Alegría entre otros. El día 29 de ese mes tenían que actuar en Palma del Río (Córdoba) y, desde su casa sevillana, sobre las 6 y media de la tarde, María partió hacia allí en su automóvil, acompañada de Manolo Alegría, con tan mala suerte que fueron arrollados por un camión. Ella salió despedida de su asiento y resultó aplastada en el tórax por su propio coche. Trasladada a una casa de socorro, nada se pudo hacer y falleció a los 20 minutos de su ingreso. Tenía 52 años de edad, en plena madurez vital y artística.

Vayamos ahora a sus discos. Fue muchísimo lo que grabó como copla aflamencada, muchas veces con orquesta y otros con sólo guitarra. No voy a entrar en esas grabaciones y me limitaré a señalar que entre ellas hubo una muy popular, titulada Mi perro, que la gente de mi quinta seguro que recuerda. También grabó cosas estrictamente flamencas, acompañada, por lo general, por dos guitarristas sevillanos: cuando no tocaba Antonio Peana, es porque lo hacía Pepe Martínez. No fue larga en repertorio y los estilos más jondos (tonás, seguiriyas, soleares) ni los tocaba. Su voz la inclinaba hacia otras cosas: milongas, colombianas, serranas rematadas con el verdial granadino, alegrías, granaínas y fandangos, muchos fandangos. Llama la atención que, siendo de la provincia de Málaga, no solía cantar por malagueñas. Por el contrario, era una magnífica tarantera, lo que podría explicarse por su crianza en tierras de Jaén.

Andrés Raya es catedrático de Matemáticas en la Universidad de Córdoba. Fundó en Madrid Ediciones Demófilo, y en Fernán Núñez, su localidad natal, Virgilio Márquez, Editor, que han sido durante años casi el único manantial bibliográfico de temas flamencos. Suyo es el blog Flamenco en mi memoria.

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