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Las golondrinas

En este tiempo surrealista y gris que la codicia humana nos ha regalado, escucho con
mermada alegría el canto de las golondrinas y me acuerdo de aquel poema de mi amado
Bécquer Volverán las oscuras golondrinas. Por la transparencia del cielo han vuelto, fieles a su cita, ignorando que el mundo está deshumanizado y la sociedad herida de muerte. Han vuelto, con su eterno mensaje, ajenas a la degradación del campo, del paisaje, del olvido de la naturaleza. Han vuelto, con su canto, a recordarnos la necesidad de un mundo mejor, donde la vehemencia consumista dé paso a la sencillez del trigo. Regresan para colgar sus nidos en aleros, cornisas y balcones. Y otra vez con el ala a los cristales jugando llamarán, sin saber que nos han robado el milagro de la primavera y la luz de esa muchacha en flor. Desde esos balcones, la gente aplaude cada tarde la afirmación de la existencia, la solidaridad y la libertad ante la inesperada sombra de una locura camuflada e infame.
La voz de Bécquer y sus golondrinas me emociona con su mensaje de amor, por encima de todos los delirios de codicia y poder. Ellas están aquí con su amigable vuelo, aliadas al viento de esta enferma primavera que aguarda asustada la resurrección del arco iris. Esperemos con ellas que el hombre deje atrás su esquizofrenia de poder, para que sus hijos y los hijos de sus hijos recuperen la humilde majestad de sentarse en la tierra para cambiar un pan por una rosa.
Mientras la vida emprende el vuelo a la rama más alta.

Encarna Lara es poeta y letrista flamenca.
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