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Actulizado 1:01 AM UTC, Apr 24, 2024

Los nombres artísticos de los flamencos

Imagínate por un momento que fueras cantaor o cantaora de flamenco; ¿qué nombre artístico te pondrías? Podrías basarte en tu localidad de origen, tu profesión, tu nombre seguido de la preposición ‘de’ y el nombre de tu madre, la comida que más te guste o el nombre de un animal. Si tienes algún defecto o peculiaridad física, no busques más porque te lo van a endosar. Ejemplos de esto: Enrique el Cojo, el Cojo de Málaga, Cojo de Huelva y el Cojo Pavón, Rafael el Tuerto, Perico el del Lunar, Juan Rodríguez el Ciego, Enrique el Jorobao o el Bizco Amate.

Hay sagas enteras de artistas que conservan el apodo de sus ancestros. Así, María la Burra, cantaora jerezana era hija de Tío Borrico, por la lógica de que un borrico engendrará una burra. Tomatito es hijo y nieto del Tomate. Diego del Morao, hijo de Moraíto Chico, quien a su vez era sobrino de Manuel Morao. Las hermanas Ramos Antúnez eran conocidas como las Pompis, y de Luisa, adoptan el nombre la Repompa y la Repompilla.

Tomatito, hijo y nieto de El Tomate.

Otras veces cuando un cante cala en la gente, su título o el contexto puede generar un nombre artístico. Ejemplo; El Niño de las Marianas, porque decía este palo con frecuencia o la Niña de los Peines, al cantar con frecuencia estos tangos:

Péinate tú con mis peines,
que mis peines son de azúcar,
quien con mis peines se peina,
hasta los dedos se chupa.

Bernardo Álvarez Pérez, pasó de llamarse Niño de Alcalá a Bernardo el de los Lobitos, por las bulerías que decían:

Anoche soñaba yo,
que los lobitos me comían
y eran tus ojitos negros
que me miraban y me decían,
por Dios no me desampares,
que yo he perdido el calor de mi Pare y de mi Mare.

Manolo Caracol, tomó el nombre de su padre, Caracol el del bulto, al que llamaban así por imitar en el vestir al empresario taurino Caracol y por un defecto que tenía en el cuello.

“LA SAGA MÁS TEXTIL DEL FLAMENCO LA COMPONEN ANTONIO EL CHAQUETA, SALVADOR EL PANTALÓN Y JOSÉ EL CHALECO”

La saga más textil del flamenco la componen Antonio El Chaqueta, que era hijo del Mono, quien tuvo a su vez otros dos hijos artistas: Salvador El Pantalón y José El Chaleco.

Antonio El Chaqueta

De la industria alimentaria podríamos citar al Potito, los Habichuelas, el Merengue, el Cigala, el Chocolate y el mismísimo Camarón. En el caso de los Habichuelas, sería Juan Gandulla Habichuela, quien diera nombre al patriarca de la saga granadina, por ser su referente en el arte del toque. Rafael Merengue cuenta que a su padre lo apodaban así porque era muy buena gente. El nombre artístico Cigala se lo puso su guitarrista, supongo que por el tamaño de sus extremidades inferiores y Camarón fue el mote que le puso su tío cuando nació tan rubio y blanquito.

Como Camarón, el tono del pelo o de la piel inspiró no pocos nombres artísticos, abundando los negros, negras, colorados, achocolatados o rubios.

Algunos se murieron siendo niños o niñas: La Niña de los Peines (murió con 79 años), Niño Ricardo (68), la Niña de la Puebla (91), Niño de las Moras (86). Otros viven, Dios lo quiera por muchos años, como Niño de Elche, Niña Pastori o Marta la Niña. Además de la excepción de Bernardo el de los Lobitos, que dejó de llamarse Niño, conozco un caso en que se respetara el paso del tiempo y convirtiera a la Niña Salinas en Doña Carmen Salinas. La historia de esta mujer es tan apasionante que merece un artículo aparte. Después de ganar uno de los premios del gran Concurso de Cante Jondo de 1922 y levantar a Don Antonio Chacón de la silla al oírla. Su padre, Manuel Salinas Pérez, tabernero del Realejo granadino, rompió el diploma que acreditaba el premio e impidió que grabase un disco promovido por el mismísimo Chacón.

La Niña de los Peines

Otros nombres no menos curiosos serían el de Agujetas el Viejo porque trabajó en el ferrocarril cambiando agujas, el Galleta de Málaga porque llevaba una boina muy plana que parecía una galleta, el Perro de Paterna, que regentaba un bar, hoy hotel, que se sigue llamando así, o Fosforito el viejo, por su extrema delgadez. El sevillano José Rodríguez Tragapanes, nada menos que nieto del torero Cagancho, a buen seguro adquirió el nombre por su apetito voraz.

Quedan muchas curiosidades en el tintero, en cuanto a nombres artísticos se refiere, que a buen seguro abordaré más adelante, por lo que dejo abierto este artículo para una posterior ampliación.

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