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Actulizado 11:45 PM UTC, Apr 15, 2024

Los cantes de compás triunfan en el Festival de Ojén

Farruquito

XLI Festival Flamenco Castillo del Cante de Ojén 2015. Cante: María Toledo, Julián Estrada, David Palomar, Miguel de Tena y Cancanilla de Málaga. Guitarra: Jesús del Rosario, Manuel Silveria, Rafael Rodríguez, Patrocinio Hijo y Chaparro de Málaga. Baile: Farruquito. Lugar: Patio del CEIP Los Llanos de Ojén (Málaga) Día: Sábado, 8 de agosto de 2015. Aforo: Lleno.

Un año más, después de veinte asistiendo al Festival Castillo del cante de Ojén, uno de los más importantes de la provincia e incluso, me atrevería a decir, de Andalucia, me encuentro en el XLI aniversario, con un cartel muy variado, para todos los gustos, y un aforo de 1.500 personas aproximadamente.

Abre el cartel un cantaor que derrama sal por los cuatro costados. El cante de David Palomar se impregna del sabor flamenco del gaditano barrio de la Viña, donde nació. Por lo tanto, su primer cante fue por alegrías; con una gran variedad de letras, derrochando compás y gracia se mete enseguida al público en el bolsillo. Continúa con unos tientos-tangos, creación del Niño del Mentidero, con una letra preciosa dedicada a La Perla. Después, interpretó una seguirilla que remató con una letra crítica con los políticos que nos gobiernan. Enseguida, hizo unos tanguillos, en los que recordó a grandes maestros como Pericón, Chano Lobato, Mariana Cornejo, etc. Y, para finalizar su actuación, puesto en pie y con la gracia que le caracteriza, regaló a los presentes unas bulerías preciosas, aunque, en mi opinión, estuvo mucho tiempo fuera del micrófono, por lo que sólo las pudieron disfrutar los más cercanos. Debería haber aprovechado más la megafonía, que era perfecta. Estuvo secundado por un veteranísimo guitarrista, Rafael Rodríguez, que suele acompañar a El Cabrero.

Turno ahora para la voz laína del gran Miguel de Tena, que inicia su actuación con una toná, seguida de una malagueña de Chacón con abandolaos y soleá de Alcalá con final de Triana. Luego, cantaría por tientos-tangos; en el cambio a los tangos, comienza por Málaga, sigue con el Titi de Triana, Granada y Badajoz, dando lugar, en mi opinión, a una excesiva mezcla de estilos diferentes. Continúa por granaína y media, cante en el que Miguel se crece, ya que, como he mencionado anteriormente, con su voz laína y su fuerza y aguante, consigue poner al público en pie. Prosigue con un cuplé por bulerias (María de la O) y se despide con fandangos personales, del Pichichi, Canalejas, Niño León, Chocolate y, como broche final, fandangos por bulerías del gran Manuel Vallejo, con final del Pena. Le acompañó su compadre, el gran guitarrista Patrocinio Hijo, vástago del cantaor cordobés Antonio de Patrocinio.

María Toledo

Y pasamos a la elegante cantaora María Toledo, que comienza su actuación con unas bulerías (Aléjate de mí), de su nuevo disco ‘ConSentido’, a las que siguieron unos tangos (de Extremadura, La Niña de Los Peines, Cádiz y Granada). El público, muy respetuoso y totalmente entregado, lo cual es de agradecer para los artistas. Interpreta una soleá con mucho gusto, con una introducción en la que recordó a Paco de Lucía. Seguidamente, se sienta al piano y canta su primera composición, según ella inspirada en un desamor; luego, por bulerías, despacito, con letras de otro de los grandes, desgraciadamente también desaparecido, el poeta del flamenco Manuel Molina. Y dice adiós por tangos (La loca) bajando del escenario y acercándose al respetable.

Y pasamos al baile de Juan Manuel Fernández Montoya ‘Farruquito’. Un silencio absoluto se apoderó del patio del colegio donde se celebra este maravilloso festival, en el que el olor a romero previamente rociado por todo el suelo nos impregnaba con su aroma. Comienza el cante por seguirillas y, tras unos minutos, aparece el genio con su personalísimo baile, aprendido de su abuelo, el gran Farruco. Comienza el taconeo firme, pero con elegancia y sabiduría. Al mismo tiempo, la expresión de su cara sabía al más puro flamenco de sus antepasados; continuó con unas alegrias, en las que le respondía al compas con una perfección infinita. Mientras se cambió de traje, el grupo, compuesto por dos cantaores, una cantaora, guitarra y percusión, ejecutó unos tangos preciosos y, al final, llegó la soleá, la madre del cante. Hubo un momento en que, cuando hizo el giro personalísimo de los Farrucos y rozó sus botas por las tablas, le puso los vellos de punta a los presentes. Magistral.

David Palomar

Hacia las cuatro de la madrugada, llega el penúltimo artista, Julián Estrada, uno de los cantaores que más veces ha repetido en el Castillo del Cante, acompañado por Manuel Silveria, quizá uno de los mejores guitarristas que pasó esa noche por Ojén, sin menospreciar a los demás. Comienza su actuación por malagueñas de la Trini con abandolaos, sigue con alegrías de Cádiz, en cuyas letras evoca a los grandes maestros de la tierra, continúa con la granaina y media, donde Silveria se luce con los arpegios y el trémolo con su guitarra, todo muy coordinado. Prosigue por tangos (recuerdo al Chino de Málaga, Badajoz y finaliza con una letra del genial Jimenez Rejano). Luego, fandangos naturales y remata por Huelva. Se despidió con un cuplé por bulerías y fandangos por bulerias de Vallejo.

Y para el final, Cancanilla de Marbella acompañado de la guitarra de Chaparro, con espíritu flamenco, sabiduría y conocimiento del compás. Comenzaron con una solea por bulerías. Este gran cantaor de etnia gitana rebosa compás y sabor flamenco por sus cuatro costados. Siguieron por tientos-tangos, fandangos y, en la despedida, un fin de fiesta por bulerías, donde el cantaor acostumbra a darse sus pataítas con mucho arte.

Como reflexion final, tengo que decir que fue un festival donde triunfaron los cantes de compás, con una organización y sonido perfectos. Una noche muy amena, pese a la larga duración, pues terminó a las seis de la mañana.

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